domingo, 19 de noviembre de 2017

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

   "...Sucedió que, al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y empezó a gritar, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: ¿Qué quieres que te haga? El dijo: ¡Señor, que vea! Jesús le dijo: Ve. Tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios".
                                                            Lucas 18, 35-43
      Vamos a hacer todos los días, la oración del ciego de Jericó: !Hijo de David, ten compasión de mí¡.- Tenemos que reconocer que necesitamos compasión. No debemos apenarnos por ello. Debemos tener la humildad para reconocer lo poco que somos en la realidad del universo y la fe necesaria para comprender la grandeza, la bondad y la misericordia de Jesús que pasa, y la disposición para ponernos a gritar como locos, cuando nos enteramos de ello, para llamar su atención y no dejar pasar la oportunidad. Y entonces Jesús, ante la fe y la humildad de su siervo inútil, se doblará de compasión y nos podrá decir: ¡Ve, tu fe te ha salvado! Y no nos quedará más remedio que "seguirle glorificando a Dios" que nos ha permitido contemplar tales maravillas.
Propósito: Hoy repetiré, desde mi corazón, la petición del ciego de este pasaje evangélico: "Señor, Hijo de David, ten compasión de mí!
                     ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                     Lunes. Noviembre 20 de 2017
J. RUIZ 

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