martes, 27 de septiembre de 2011

MES DE LA BIBLIA

MES  DE  LA  BIBLIA

Septiembre es el mes de la Biblia. En todas partes la Iglesia Católica organiza encuentros y reuniones en los cuales promueve su lectura y se montan exposiciones con ediciones del Libro, de todos los tiempos, en todos los idiomas y de todos los formatos posibles.

¿Qué es lo que hace que una obra que tiene más de dos mil años, que no ha sido reformada  ni actualizada desde que fue escrita, siga causando semejante sensación? Definitivamente debe  tener que ver con algo de gran trascendencia, porque, además, ha sido el libro más vendido en todos los idiomas y en todas las épocas, desde que Gutemberg inventó la imprenta.

Lo más trascendental para el hombre siempre ha sido la búsqueda de respuestas a las preguntas que continuamente se está haciendo sobre su papel en este mundo, de dónde viene y para dónde va. Y estas respuestas son las que, precisamente, se encuentran a lo largo de la pequeña biblioteca de setenta y tres libros que conforman la Biblia católica.

En la Exhortación Apostólica Postsinodal Verbum Domini el Santo Padre Benedicto XVI también exhorta a todos, clero y fieles laicos, a integrar la Palabra de Dios a todas las actividades que tengan que ver con la vida y la misión de la Iglesia, porque “Al principio la Palabra estaba en Dios. Todas las cosas fueron hechas por Ella, y sin Ella no se hizo nada de cuanto ha sido hecho”. (Juan 1, 2-3).

Así que la misión de predicar el Evangelio a todas las gentes comienza con el conocimiento de la Palabra de Dios que está en la Biblia, y si, de veras, queremos ser seguidores y testigos de Jesús en la conquista del Reino de los cielos, es nuestro deber primordial dedicarnos a ello con la mayor diligencia, propiciando los espacios necesarios para su lectura, comentarios y explicaciones que nos den una mayor comprensión de los textos y su aplicación a la vida cotidiana.

¿Por qué debemos leer la Biblia? Porque queremos amar a Dios. Y para querer a alguien hay que conocerlo primero. Es lo que nos pasa cuando nos enamoramos: queremos saber todo acerca de esa persona. Pues así debe ser también si conocemos a Dios y nos enamoramos de El: debemos procurar todos los medios para conocerlo lo mejor posible. Y ¿qué mejor manera que leyendo y escuchando sus palabras que están en la Biblia? Y haciendo lo que El en ellas nos dice, como también queremos siempre hacer lo que la persona amada nos pide.
 
Y debemos leerlas una y otra vez para empaparnos de ellas, para que ese amor vaya creciendo cada día más hasta lograr rebosar nuestro ser y nuestras acciones, de tal modo que comencemos a transmitirlo a los demás para que ellos también puedan sentir y vivir la presencia liberadora de Jesús, Palabra de Dios, en sus corazones.

Que en este mes de la Biblia se inicie en nosotros una costumbre, su lectura, que no termine nunca.

JESUCRISTO AYER, HOY Y SIEMPRE

J.RUIZ