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Nuestra parroquia dirigida por el Padre Dionisio Navarro y por todos quienes se sienten parte de ella, desean enormemente compartir contigo las experiencias de la nueva evangelización, en un municipio que agoniza por la pobreza y la violencia, pero que no para de soñar, nunca. SOLO A DIOS EL HONOR Y LA GLORIA....
jueves, 31 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
miércoles, 30 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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martes, 29 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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lunes, 28 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
Salía de Él una fuerza que sanaba "...Por aquellos días subió Jesús al monte a orar, y se pasó la noche en la oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos".
Lucas 6, 12-19
"...y se pasó la noche en oración con Dios". Antes de realizar cualquier actividad, Jesús se comunicaba con su Padre. Era su confidente, a quien confiaba todos sus proyectos, a quien comunicaba sus alegrías y a quien pedía consejo para lo que pensaba realizar. Y era su Hijo por derecho propio. Será que nosotros, sus hijos solamente por la gratuidad de su inmensa bondad y por su inconmensurable amor, ¿no tenemos necesidad de hacerlo? Antes de nuestras actividades diarias apartemos "un tiempito para Dios y su Palabra", aunque no sea la noche entera, como hacía Jesús. Pero salúdemoslo y pongamos todos nuestros proyectos en sus manos y Él se encargará de ayudarnos a sacarlos adelante, o de hacernos ver que no son viables o que no están de acuerdo con su proyecto para nuestra vida espiritual. Solamente si pedimos la luz y la sabiduría en la oración, nos serán dadas.
Propósito: Hoy procuraré ser más consciente en mis momentos de oración.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Lunes. Octubre 28 de 2013
domingo, 27 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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sábado, 26 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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viernes, 25 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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jueves, 24 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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miércoles, 23 de octubre de 2013
LA NECESIDAD DE LA ORACIÓN
La necesidad de la oración
Autor: Saúl Castiblanco |
¿Por qué hacer oración?
En la medida en que el hombre progresa en su vida de oración, esos instantes divinos se irán tornando más y más frecuentes
¿Por qué hacer oración? Nada más indispensable que la oración. Más que el aire y el alimento, pues es el alimento del alma. El que no ora está peor que el que no come: la muerte del alma será solo cuestión de tiempo. Es comúnmente a través de la oración que el ser humano recibe la gracia, las fuerzas para llevar virtuosamente la lucha de todos los días.
Entretanto, la experiencia común y fácilmente visible muestra que al hombre de nuestros días no le es fácil recoger sus sentidos y espíritu para entablar ese necesario diálogo con Dios. Las "ocupaciones", las "obligaciones", (mejor, las "agitaciones") etc., lo cierto es que aún teniendo tiempo disponible, lo que al hombre de hoy le es difícil es sosegar su espíritu para con calma y serenidad comenzar a pensar en las realidades divinas, y buscar entablar una conversación con su Hacedor.
Entonces, un primer ejercicio a realizar es buscar esos espacios a lo largo del día para sosegar el espíritu. Establecer un horario. Muy probablemente en esos instantes inquietarán a la mente las "mil cosas por hacer", pero, justamente, debemos tener claro la principal de esas "mil cosas" será buscar la disposición de ánimo para hablar con Dios. Y con el tiempo, el esfuerzo y el favor de Dios, se irá habituando el espíritu a esos espacios.
A grandes rasgos, la oración personal puede ser vocal, meditativa y contemplativa. Estos tres grandes tipos no son compartimientos enteramente separados, sino que pueden mezclarse dependiendo de cada temperamento y del nivel alcanzado por cada uno en su vida espiritual.
Por ejemplo, al momento de rezar el Rosario a la Virgen -sublime oración vocal-, es forzoso, para no imitar a los papagayos, ir meditando en las verdades de la fe que nos propone cada uno de los misterios. Por ej. la solemnidad juvenil y sacral del Niño Dios, enseñando con autoridad casta y firme a los avisados ancianos doctores de la Ley, y anteponiendo el cumplimiento de su deber divino de predicador incluso a los afectos purísimos de su Madre. O el dolor profundo, inenarrable, pero también serenísimo del Cordero sin mancha clavado en la Cruz, que tenía a la vez ojos de misericordia total hacia sus propios verdugos, y ojos contemplativos dirigidos hacia su Padre Eterno que ya abría sus brazos para recibir su alma divina. Etc.
Es decir, una oración meramente vocal, como la recitación del Rosario, ya debe estar impregnada de meditación. Entretanto, quien no encuentre con facilidad temas de meditación, aquel que fácilmente se distraiga, no debe intimidarse o desanimarse, que ningún proyecto comienza hecho, sino que todo hay que irlo construyendo...
Sin embargo, como vemos, la oración mucho se beneficia de la lectura espiritual, que nos da elementos para comunicarnos con el Creador. Es decir, el cristiano debe alimentar su oración con lectura de la biblia, o de una buena historia sagrada, o de vidas de santos, un buen catecismo, o libros de piedad preferiblemente escritos por santos, etc. ¿Que no tenemos el hábito de la lectura? Podemos también pedirlo a Dios en la oración. También se pueden recoger elementos de religión escuchando un buen programa radial o televisivo, aunque la lectura siempre prima, porque exige más el esfuerzo de la voluntad, y con ello se favorece la memorización, el recuerdo.
La meditación es el momento de la purificación de nuestro amor
Esas lecturas espirituales son por lo demás la ‘materia prima´ del segundo tipo de oración que es la meditación. La meditación es un recorrer alguna o algunas verdades de la fe con el entendimiento, pero excitando en la voluntad afectos amorosos hacia Dios. No es por tanto una simple lectura espiritual, sino que es algo a la manera de una lectura espiritual mental reflexionada, con espacios para re-pensar lo que se está considerando, pero sobre todo con momentos en que nuestro amor agradece al Creador por los múltiples dones y beneficios que nos ha dado y que constantemente nos dispensa.
¿Cómo no agradecer el infinito hecho de la Encarnación del Hijo del Hombre, que nos salvó, que sublimó la naturaleza humana hasta un culmen impensable por cualquier mente creada, que nos dio el ejemplo perfecto para imitar a todo momento, bajo cualquier aspecto? Cuanto amor debería suscitar en nuestras almas, la consideración meditativa de todo un Dios-hombre, nacido de una Inmaculada Virgen Madre. Y así con los múltiples temas de la religión cristiana.
La meditación, pues, debe ser sobre todo el momento del amor, de la purificación y direccionamiento de nuestros afectos rumbo al Creador. Esa es la clave de todo, pues es el amor el que nos eleva hasta el Infinito. Y Dios, que sí conoce la ley reciprocidad en el amor, no permanece impávido ante nuestros afectos, sino que nos responde el millón por uno.
La vida contemplativa
El amor a Dios atrae uno de sus principales dones, que es la capacidad de contemplación, el tercer tipo de oración, en el que nos adentramos ya en la experiencia llamada mística.
La contemplación -oración de los adelantados en los caminos de la santidad- "es una deliciosa admiración de la verdad resplandeciente", según afirma una obra que otrora se atribuyó a San Agustín. Es "una santa embriaguez que aparta al alma de la caducidad de las cosas temporales y que tiene por principio la intuición de la luz eterna de la Sabiduría", expresa el Santo de Hipona. Es "una mirada libre y penetrante del espíritu suspendida de admiración ante los espectáculos de la Divina Sabiduría", nos dice Ricardo de San Víctor. La contemplación es "una sencilla intuición de la verdad que termina en un movimiento afectivo", expresa Santo Tomás de Aquino. "La contemplación no es más que una amorosa, simple y permanente atención del espíritu a las cosas divinas" manifiesta San Francisco de Sales. "La contemplación es una vista de Dios o de las cosas divinas simple, libre, penetrante, cierta, que procede del amor y tiende al amor", expresa el P. Lallemant.
El estado contemplativo en su perfección es la mayor unión posible con Dios en esta tierra, y por ello es propio de las almas que se hallan en un alto grado de la vida espiritual. Entretanto, siendo el punto final del camino de una vida espiritual, no es extraño que Dios vaya dando algo de ello en medio del camino, nos muestre de cuando en vez las delicias que esperan a quien persevera en la oración.
Son momentos en que sentimos una inexpresable alegría en el fondo del espíritu, momentos en que percibimos a la par de una dulzura exquisita una fortaleza interna especial. Instantes en que nos sentimos acariciados por una mano de una tersura indefinible, que nos sosiega, nos alivia, nos anima serenamente. En la medida en que el hombre progresa en su vida de oración, esos instantes divinos se irán tornando más y más frecuentes.
Entretanto, todo comienza con un reconocimiento de la debilidad del hombre, con la humildad, con el saber que "solo Dios basta" y no mis fuerzas, y por tanto con la conciencia de la necesidad necesarísima de la oración.
Bajado por: J. RUIZ
¿Por qué hacer oración?
En la medida en que el hombre progresa en su vida de oración, esos instantes divinos se irán tornando más y más frecuentes
¿Por qué hacer oración? Nada más indispensable que la oración. Más que el aire y el alimento, pues es el alimento del alma. El que no ora está peor que el que no come: la muerte del alma será solo cuestión de tiempo. Es comúnmente a través de la oración que el ser humano recibe la gracia, las fuerzas para llevar virtuosamente la lucha de todos los días.
Entretanto, la experiencia común y fácilmente visible muestra que al hombre de nuestros días no le es fácil recoger sus sentidos y espíritu para entablar ese necesario diálogo con Dios. Las "ocupaciones", las "obligaciones", (mejor, las "agitaciones") etc., lo cierto es que aún teniendo tiempo disponible, lo que al hombre de hoy le es difícil es sosegar su espíritu para con calma y serenidad comenzar a pensar en las realidades divinas, y buscar entablar una conversación con su Hacedor.
Entonces, un primer ejercicio a realizar es buscar esos espacios a lo largo del día para sosegar el espíritu. Establecer un horario. Muy probablemente en esos instantes inquietarán a la mente las "mil cosas por hacer", pero, justamente, debemos tener claro la principal de esas "mil cosas" será buscar la disposición de ánimo para hablar con Dios. Y con el tiempo, el esfuerzo y el favor de Dios, se irá habituando el espíritu a esos espacios.
A grandes rasgos, la oración personal puede ser vocal, meditativa y contemplativa. Estos tres grandes tipos no son compartimientos enteramente separados, sino que pueden mezclarse dependiendo de cada temperamento y del nivel alcanzado por cada uno en su vida espiritual.
Por ejemplo, al momento de rezar el Rosario a la Virgen -sublime oración vocal-, es forzoso, para no imitar a los papagayos, ir meditando en las verdades de la fe que nos propone cada uno de los misterios. Por ej. la solemnidad juvenil y sacral del Niño Dios, enseñando con autoridad casta y firme a los avisados ancianos doctores de la Ley, y anteponiendo el cumplimiento de su deber divino de predicador incluso a los afectos purísimos de su Madre. O el dolor profundo, inenarrable, pero también serenísimo del Cordero sin mancha clavado en la Cruz, que tenía a la vez ojos de misericordia total hacia sus propios verdugos, y ojos contemplativos dirigidos hacia su Padre Eterno que ya abría sus brazos para recibir su alma divina. Etc.
Es decir, una oración meramente vocal, como la recitación del Rosario, ya debe estar impregnada de meditación. Entretanto, quien no encuentre con facilidad temas de meditación, aquel que fácilmente se distraiga, no debe intimidarse o desanimarse, que ningún proyecto comienza hecho, sino que todo hay que irlo construyendo...
Sin embargo, como vemos, la oración mucho se beneficia de la lectura espiritual, que nos da elementos para comunicarnos con el Creador. Es decir, el cristiano debe alimentar su oración con lectura de la biblia, o de una buena historia sagrada, o de vidas de santos, un buen catecismo, o libros de piedad preferiblemente escritos por santos, etc. ¿Que no tenemos el hábito de la lectura? Podemos también pedirlo a Dios en la oración. También se pueden recoger elementos de religión escuchando un buen programa radial o televisivo, aunque la lectura siempre prima, porque exige más el esfuerzo de la voluntad, y con ello se favorece la memorización, el recuerdo.
La meditación es el momento de la purificación de nuestro amor
Esas lecturas espirituales son por lo demás la ‘materia prima´ del segundo tipo de oración que es la meditación. La meditación es un recorrer alguna o algunas verdades de la fe con el entendimiento, pero excitando en la voluntad afectos amorosos hacia Dios. No es por tanto una simple lectura espiritual, sino que es algo a la manera de una lectura espiritual mental reflexionada, con espacios para re-pensar lo que se está considerando, pero sobre todo con momentos en que nuestro amor agradece al Creador por los múltiples dones y beneficios que nos ha dado y que constantemente nos dispensa.
¿Cómo no agradecer el infinito hecho de la Encarnación del Hijo del Hombre, que nos salvó, que sublimó la naturaleza humana hasta un culmen impensable por cualquier mente creada, que nos dio el ejemplo perfecto para imitar a todo momento, bajo cualquier aspecto? Cuanto amor debería suscitar en nuestras almas, la consideración meditativa de todo un Dios-hombre, nacido de una Inmaculada Virgen Madre. Y así con los múltiples temas de la religión cristiana.
La meditación, pues, debe ser sobre todo el momento del amor, de la purificación y direccionamiento de nuestros afectos rumbo al Creador. Esa es la clave de todo, pues es el amor el que nos eleva hasta el Infinito. Y Dios, que sí conoce la ley reciprocidad en el amor, no permanece impávido ante nuestros afectos, sino que nos responde el millón por uno.
La vida contemplativa
El amor a Dios atrae uno de sus principales dones, que es la capacidad de contemplación, el tercer tipo de oración, en el que nos adentramos ya en la experiencia llamada mística.
La contemplación -oración de los adelantados en los caminos de la santidad- "es una deliciosa admiración de la verdad resplandeciente", según afirma una obra que otrora se atribuyó a San Agustín. Es "una santa embriaguez que aparta al alma de la caducidad de las cosas temporales y que tiene por principio la intuición de la luz eterna de la Sabiduría", expresa el Santo de Hipona. Es "una mirada libre y penetrante del espíritu suspendida de admiración ante los espectáculos de la Divina Sabiduría", nos dice Ricardo de San Víctor. La contemplación es "una sencilla intuición de la verdad que termina en un movimiento afectivo", expresa Santo Tomás de Aquino. "La contemplación no es más que una amorosa, simple y permanente atención del espíritu a las cosas divinas" manifiesta San Francisco de Sales. "La contemplación es una vista de Dios o de las cosas divinas simple, libre, penetrante, cierta, que procede del amor y tiende al amor", expresa el P. Lallemant.
El estado contemplativo en su perfección es la mayor unión posible con Dios en esta tierra, y por ello es propio de las almas que se hallan en un alto grado de la vida espiritual. Entretanto, siendo el punto final del camino de una vida espiritual, no es extraño que Dios vaya dando algo de ello en medio del camino, nos muestre de cuando en vez las delicias que esperan a quien persevera en la oración.
Son momentos en que sentimos una inexpresable alegría en el fondo del espíritu, momentos en que percibimos a la par de una dulzura exquisita una fortaleza interna especial. Instantes en que nos sentimos acariciados por una mano de una tersura indefinible, que nos sosiega, nos alivia, nos anima serenamente. En la medida en que el hombre progresa en su vida de oración, esos instantes divinos se irán tornando más y más frecuentes.
Entretanto, todo comienza con un reconocimiento de la debilidad del hombre, con la humildad, con el saber que "solo Dios basta" y no mis fuerzas, y por tanto con la conciencia de la necesidad necesarísima de la oración.
Bajado por: J. RUIZ
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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martes, 22 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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lunes, 21 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
Lucas 12, 13-21
No es malo tener buenas cosechas ni abundantes riquezas, con tal de que no hayan sido adquiridas a costa de las necesidades de los demás. Lo malo está en querer guardarlas, acumulándolas, sin tener en cuenta que, como dijo alguien: "lo que te sobra, no te pertenece", que no podemos llevarlas con nosotros en el viaje final y definitivo, y que la única determinación que las haría verdaderamente valiosas para la vida eterna, sería la de querer compartirlas con todos aquellos que, por cualquier circunstancia, no tienen nada. No es posible que, en este mundo actual, lleno de tantas y tan aberrantes injusticias por causa de la mala distribución de las riquezas, donde tan poquitos tienen tanto, mientras hay tantos que no tienen nada, sigamos pensando en acumular sin sentido práctico alguno, y sin darnos cuenta de la belleza y de la paz interior que produce el compartir.
Propósito: Hoy procuraré compartir algo con alguien que lo necesite.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Lunes. Octubre 21 de 2013
J. RUIZ
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domingo, 20 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
Orar hasta "hartar" a Dios |
Lucas 18, 1-8
Siguiendo adelante en su catequesis sobre la oración, Jesús ahora nos recuerda "que es preciso orar siempre, sin desfallecer", y sin desanimarse, aunque a veces parezca que Dios no nos hace caso, que nos ha olvidado. Y acercándonos más a Él, pues mientras más cerca estemos, más lo "molestaremos" y "hartaremos" con nuestra insistencia, como al Juez de la parábola, quien, para sacarse a la viuda de encima, le concede justicia en sus peticiones. Para orar así necesitamos la fe. Estamos en el Año de la Fe. Pidámosle, constante e insistentemente al Señor, que aumente nuestra fe.
Propósito: Hoy intentaré "cansar" al Señor con mis oraciones de petición.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Domingo. Octubre 20 de 2013
J. RUIZ
sábado, 19 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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viernes, 18 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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jueves, 17 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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miércoles, 16 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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martes, 15 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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lunes, 14 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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domingo, 13 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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sábado, 12 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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viernes, 11 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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jueves, 10 de octubre de 2013
UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA
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