viernes, 30 de diciembre de 2011

DÍA DE LA SAGRADA FAMILIA



LA FAMILIA: UNA CÉLULA ENFERMA


La Familia, célula del cuerpo que es la Sociedad, está enferma.

Y está enferma por culpa de las mismas leyes que esta misma Sociedad ha ido implementando en busca, según ella, de lograr un mejor bienestar  y una adecuada protección a cada uno de sus miembros.

Pero como se ha invocado para ello unos principios equivocados de una falsa igualdad y de una falsa libertad, los resultados han ido degenerando en todo lo contrario de lo que en un principio se buscaba.

El relativismo y el egoísmo facilista  y cómodo han modelado normas que, como las que permiten el aborto, las que toleran la eutanasia y los mal llamados matrimonios entre personas del mismo sexo y las que alientan y protegen el “libre desarrollo de la personalidad”, sin tener en cuenta la inviolabilidad de la vida ni ningún otro parámetro, están acabando con la estabilidad de la Familia.

Mientras promocionamos por todos los medios posibles los “Derechos de los niños”, su prioridad y su trascendencia, de ninguna manera les hacemos saber también que a esos derechos corresponden igualmente “Los Deberes” para con los demás; que ambos hacen parte de un todo y que si no se cumple con alguno de los dos, la sociedad falla y no funciona correctamente.

Volvamos a aquellos valores intangibles y permanentes, como son: el respeto a la vida, el respeto a los padres y superiores, la solidaridad con el que nos necesita, el placer de servir a los demás, el amor a la verdad y a la naturaleza, comprender que el más rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita.  Valores y principios que son los que de veras forman el carácter y personalidad de los miembros de una sociedad sana y duradera.

Hoy, día de la Sagrada Familia, tomémosla como el modelo al que debemos aspirar imitar. La ley que ordenaba su vida era la Ley del Amor de Dios. Y por ella fue posible desarrollar en ese hogar, alegre, humilde y santo,  todos los valores y principios que permitieron que el Hijo de Dios “creciera en edad y sabiduría delante de Dios y de los hombres”.

Salvemos la Familia: sin ella la Sociedad no va a funcionar.

J.RUIZ

Turbaco. Diciembre 30 de 2011

jueves, 22 de diciembre de 2011

NAVIDAD POR SIEMPRE


LA NAVIDAD SE VIENE…LA NAVIDAD SE VA


De nuevo hemos limpiado la casa, los muebles, los jardines. Hemos pintado las paredes, talvez con otros colores más alegres.

De nuevo la música alegre y guapachosa se ha escuchado en el equipo de sonido.

De nuevo hemos desenrollado los metros y metros de cable con luces de colores brillantes e intermitentes, para adornar el árbol, el pesebre y las ventanas.

De nuevo hemos terminado los días cansados y estresados de correr, en medio del caos del tránsito automotor, buscando los regalos para amigos y familiares.

De nuevo hemos vuelto a consultar las direcciones y números de teléfono de familiares y amigos más lejanos para hacerles llegar un cálido saludo de Navidad.

De nuevo hemos desempolvado las recetas de cocina de las comidas navideñas para ver si este año sí damos con el toque que no devuelva a los años alegres de la infancia en la casa paterna.

¡¡¡ De nuevo…se llega la Navidad !!!

Pero de nuevo…la Navidad se va…

Si todo lo anterior sólo ha sido exterior; si la limpieza, las luces y la música, sólo estuvieron por fuera y no encendieron nuestro corazón con alegría, para recibir al verdadero motivo de estas festividades, el Niño Divino, que con su presencia liberadora, quiso llegar a nosotros para mostrarnos el Camino, la Verdad y la Vida, entonces, todo pasará, y el río del tiempo se lo llevará, sin dejar huella en nuestra vida por una año más.

Es que la Navidad no es sólo para una noche. No. La Navidad es para todos los días, si de veras queremos vivir la autenticidad de la fe cristiana y católica. Nuestra autenticidad no consiste únicamente en no matar, en no jurar el nombre de Dios en vano, en no disponer de lo ajeno sin su autorización, en no hablar mal de los demás.

Si no miramos a nuestro alrededor con los ojos del corazón, preocupándonos por aquellos que están a nuestro lado padeciendo necesidades, si nos hacemos como que no vemos ni oímos a los que talvez nos están extendiendo su mano en busca de una ayuda o de un apoyo en su camino, estamos cometiendo esos pecados de omisión que tanto daño nos pueden hacer, porque lo que a ellos les negamos se lo negamos a Jesús que pasa.

Hagamos que la Navidad perdure para siempre en nuestro corazón y se refleje en nuestra disposición de servicio alegre y oportuno a los demás.
                         ¡¡ FELIZ NAVIDAD, JESÚS VIVE !!

   J. RUIZ

domingo, 18 de diciembre de 2011

¿CÓMO ES EL CRISTO QUE TÚ ESPERAS?

Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net
¿Cómo es el Cristo que tú esperas en Navidad?
"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Bendita palabra, la alegría no se separaría nunca más de los hombres.
¿Cómo es el Cristo que tú esperas en Navidad?


Era tiempo de adviento y soplaban vientos nuevos.

Jerusalén se había corrompido, su olor era nauseabundo, los olores que despedía el templo eran la grasa gorda, el dinero, las finanzas, el influyentísimo y el ascenso hasta los primeros puestos para asegurar una buena posición económica. La esposa del Señor se había prostituido y ya no había que buscar nada en aquella ciudad que había perdido su frescura y su antiguo esplendor. Hoy Dios ya no quería nada en aquella ciudad. Vientos nuevos, que impulsaron a una ruptura total y nuevos derroteros para que Dios pudiera habitar entre los suyos, entre los hombres. Dios buscaba una nueva esposa. Y fue elegido para encontrarla el secretario de Relaciones Exteriores del Señor, el Arcángel San Gabriel, y se escogió una aldea perdida en las montañas de Galilea, donde habitaban los marginados, los despreciados, los palurdos, casi casi paganos, aunque pertenecieran al mismo pueblo hebreo.

Y fue escogida la más sencilla de las mansiones y la más fresca de las chamaquitas de Galilea. Trece o catorce años. Muchachita de campo, curtida por el sol y las limitaciones de la pobreza y casada con obrero pobre de su misma comunidad, aunque él fuera descendiente del Rey David. . La diferencia que se obró en un momento no podía ser más significativa: un ángel de luz, ataviado para las grandes ocasiones y una muchachita que oraba y se alegraba por la llegada ya inminente del Dios de los cielos para honrar a los suyos.

El saludo fue particularmente significativo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Bendita palabra, la alegría no se separaría nunca más de los hombres, porque Dios se complace en vivir entre los pobres y los más desarrapados de los hombres. Nunca más la alegría podría deshacerse entre las manos de los hombres.

Y a continuación vino la embajada. El ángel le anuncia que si ella quisiera, podría convertirse en la madre del Señor, la madre de Jesús, quien sería grande y sería llamado Hijo del Altísimo, que tendría el trono de David su padre y reinaría por todos los siglos.

Es el gran anuncio, y es el Evangelio de la ternura y de la delicadeza del Creador que propone y no se impone a su criatura. Ante tantas mujeres que son maltratadas, vejadas, prostituidas, Dios estuvo pendientísimo de la respuesta de aquella mujer que no cabe en sí de asombro ante tal cometido: proporcionarle un cuerpo humano al Hijo de Dios, y proporcionarle al Dios altísimo la oportunidad de acercarse para siempre a los hombres y salvarlos pero desde dentro de su condición de humanos.

María pregunta, inquiere, se informa de las condiciones pero no para poner ninguna condición más sino para poder dar una respuesta plenamente satisfactoria al Dios que la llamaba. El ángel responde adecuadamente: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra", y el hijo de sus entrañas sería santo, consagrado y sería para siempre hijo del Altísimo.

María no necesita más explicaciones, si Dios se las ha dado, ha sido por su generosidad, su ternura, y el deseo ardentísimo de que María aceptara el altísimo cometido. Y la respuesta fue clara, tajante, luminosa, al grado que ha servido desde entonces y por siglos y siglos, de inspiración para pintores, escultores y artistas que quisieran dejar plasmado ese momento clave en la vida de los hombres, en que María, en nombre de la humanidad quiso convertirse en la nueva esposa del Señor, aceptando el don de la Maternidad que terminó para siempre el largo Adviento, para hacer presente entre los hombres al primero de todos ellos, el más bello, el más comprometido, el más solidario con todos los hombres, aquél que tuvo como gran honor permanecer cercano a los que nada esperan para ser él el que pueda colmar los deseos de paz, de progreso, de solidaridad y de salvación para todos los hombres.


¿Es ese el Cristo que tú estás esperando en esta Navidad? 

Colgado por: J.RUIZ

miércoles, 14 de diciembre de 2011

DICHOSOS LOS QUE...

Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net
Dichosos los que saben vivir
Dichosos cuando sepan reconocer al Señor en todo los que se encuentran: habrán logrado la verdadera luz y sabiduría.
Dichosos los que saben vivir


Nuestra vida muchas veces va perdiendo el brillo. Los acontecimientos, las circunstancias, más que ayudarnos a crecer, en vez de ser oportunidades de maduración para nuestra persona, nos limitan, nos hacen sufrir y por lo tanto los rechazamos.

Toma la vida con filosofía, aprende de ella y sácale el jugo, exprime de forma positiva todo lo que Dios permite y así serás una persona feliz y dichosa.

DICHOSOS los que saben reírse de sí mismos, porque no terminarán nunca de divertirse.

DICHOSOS los que saben distinguir una montaña de una piedra, porque se evitarán muchos inconvenientes.

DICHOSOS los que saben descansar y dormir sin buscarse excusas: llegarán a ser sabios.

DICHOSOS los que saben escuchar y callar: aprenderán cosas nuevas.

DICHOSOS los que son suficientemente inteligentes como para no tomarse en serio: serán apreciados por sus vecinos.

DICHOSOS los que están atentos a las exigencias de los demás, sin sentirse indispensables: serán fuente de alegría.

DICHOSOS ustedes cuando sepan mirar seriamente a las cosas pequeñas y tranquilamente a las cosas importantes: llegarán lejos en esta vida.

DICHOSOS ustedes cuando sepan apreciar una sonrisa y olvidar un desaire: vuestro camino estará lleno de sol.

DICHOSOS ustedes cuando sepan interpretar con benevolencia las actitudes de los demás, aún contra las apariencias: serán tomados por ingenuos, pero es el precio justo de la caridad.

DICHOSOS los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar: evitarán muchas tonterías.

DICHOSOS ustedes sobre todo cuando sepan reconocer al Señor en todo los que se encuentran: habrán logrado la verdadera luz y sabiduría.

Con estos consejos, Santo Tomás Moro nos da algunas pautas de cómo vivir nuestro breve paso por esta tierra llevando un mensaje, unas actitudes y un modo de ser algo diferente de lo que hoy nuestra sociedad contemporánea nos ofrece.

Marca tú la diferencia, y enséñanos con tu ejemplo a vivir... 

Colgado por:
J.RUIZ

lunes, 5 de diciembre de 2011

GIMNASIA...¡ DE AMOR !

Autor: Guillermo Urbizu | Fuente: www.guillermourbizu.com
Hoy voy a hacer gimnasia...¡De amor!
Para empezar me calzo la mejor de mis sonrisas
 
Hoy voy a hacer gimnasia...¡De amor!
Hoy voy a hacer gimnasia...¡De amor!
Ayer por la noche decidí ponerme en forma y me propuse hacer todos los días un poco de gimnasia de Amor. A ver, no se confunda usted y no eche a volar su imaginación pensando que me refiero a otros asuntos, esos que se practican en la intimidad del lecho conyugal, sin ir más lejos. Quizá sería más divertido, pero no es de eso de lo que hoy le quiero hablar. En fin, acabo de levantarme. Me encomiendo al Señor y doy por comenzada la sesión.

Para empezar me calzo la mejor de mis sonrisas. Quizá no lo sepa usted pero el calentamiento, los estiramientos musculares, son fundamentales. Así que cierro los ojos y me recojo en silencio, la pequeña cruz de madera entre mis manos. Ahí está Jesús, esperándome como siempre. Le cuento mi nueva idea y mis propósitos para ese nuevo día. Él me sonríe divertido y me asegura que no se va a separar de mí, por si en algún momento desfallezco a lo largo de la carrera. Le digo que le adoro, le doy un buen abrazo (como Dios manda) y así comienzo el día.

Con mis buenos propósitos y mi sonrisa puesta, continúo con los estiramientos, saludo a toda la familia y especialmente a ese hijo con el que ayer me enfadé y perdí los nervios. Le rodeo con mis brazos y le digo que le quiero por encima de cualquier otra cosa. Me mira sorprendido pero él también me devuelve el abrazo. Bien. Esto ha empezado muy bien. Me despido de mi mujer con un beso apasionado (ella también me mira con cierto asombro), le deseo un feliz día y le digo que la amo y que está muy guapa (porque lo está). Y ahora, al mundo, a empezar de verdad la gimnasia.

En el portal me encuentro con esa vecina gruñona y antipática que nos hace la vida imposible, venga a exigir siempre. Por un instante, mi sonrisa se congela en el rostro, pero inmediatamente la despliego de nuevo y con toda la amabilidad de la que soy capaz, abro la puerta de la calle y le cedo el paso, deseándole muy buenos días. Ella no me responde y me lanza una mirada hosca, pero vuelvo a estirar el músculo del amor y paso por alto su actitud, sin darle importancia. (En mi fuero interno, le pido al Señor que la bendiga).

Y así, comienzo a correr suavemente. Sonrío aquí y allá, y ayudo a una joven madre agobiada, incapaz de meter el cochecito de su bebé en el coche. Me da las gracias sonriéndome, y esa sonrisa me la guardo en el bolsillo interior del corazón. Esto marcha. Me gusta esta gimnasia.

Cuando llego al trabajo, las cosas se complican. Confieso que la pereza me invade y que miro con horror la mesa de mi despacho, en su apática rutina. Mi instinto me pide a gritos que lo deje estar, que mañana será otro día, que todo puede esperar y que mejor me dedico a otros temas más placenteros, por ejemplo, a escribir. Pero no. Estoy en plena sesión de gimnasia, agarro el sinsabor y cerrando los ojos, le ofrezco al Señor mi trabajo bien hecho. Lo reconozco: me cuesta, y mucho, este ejercicio de “abdominales” laborales. Y sonrío. Y sé que el Señor también sonríe conmigo.

Ya cansado, vuelvo a casa. Mi mujer me ha pedido que compre el pan de manera que entro en la panadería y compro una barra. La dependienta, muy seria. Estará cansada, me digo, y le regalo una sonrisa, acompañada de unas palabras amables. Quizá me equivoque, pero creo que me ha medio sonreído. Y prosigo mi camino hasta casa. Tengo ganas de llegar, estoy cansado y qué mejor que el hogar para recuperar fuerzas.

Iluso de mí. En cuanto abro la puerta, oigo los gritos de mi hija, enzarzada en una discusión con su madre, las dos un poco fuera de sí. No es eso lo que yo necesitaba, y además, odio las discusiones, y aún más los gritos. Decido encerrarme en mi cuarto y aislarme todo lo que pueda del zafarrancho de combate. Pero (aquí otro estiramiento) decido volver sobre mis pasos, me acerco a ellas y les doy un par de besos. “Os quiero”, les digo. Y las dos me miran extrañadas. El ambiente, definitivamente, se relaja. Doy gracias a Dios.

Por si alguien no lo sabe, tan importante es estirar bien los músculos antes como después del ejercicio. Así que ahora sí, después de la cena y de repasar la Lengua con el pequeño, me retiro unos minutos, me sumerjo en el silencio con los ojos cerrados y ahí está Cristo de nuevo, recibiéndome con un gran abrazo. No sólo me sonríe, sino que se ríe cuando le cuento cómo ha transcurrido mi jornada. “Hoy, Guillermo, has sido un buen gimnasta”, me dice. “Pues mañana, Señor, volveré a intentarlo”. Y con otro abrazo me despido de Él y doy por concluido el día. ¡Bendita gimnasia de Amor!
                                             ¡ JESÚS VIVE, PROCLAMÉMOSLO !
Colgado por:
J.RUIZ

domingo, 4 de diciembre de 2011

DICIEMBRE 3 - FIESTA DE SAN FRANCISCO JAVIER

Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net
Francisco Javier, Santo
Sacerdote misionero Jesuita, Diciembre 3
 
Francisco Javier, Santo
Francisco Javier, Santo

Sacerdote misionero Jesuita

Martirologio Romano: Memoria de san Francisco Javier, presbítero de la Compañía de Jesús, evangelizador de la India, el cual, nacido en Navarra, fue uno de los primeros compañeros de san Ignacio que, movido por el ardor de dilatar el Evangelio, anunció diligentemente a Cristo a innumerables pueblos en la India, en las Molucas y otras islas, y después en el Japón, convirtiendo a muchos a la fe. Murió en la isla de San Xon, en China, consumido por la enfermedad y los trabajos (1552).

Etimología: Francisco = "el abanderado", es de origen germano.

Javier = "aquel que vive en casa 
Francisco Javier, Santo
Francisco Javier, Santo
nueva", es de origen eusquera (lengua autóctona hablada en el País Vasco).

Francisco de Jasu y Xavier (nacido en el castillo de Xavier, en España, en 1506), correspondiendo a las esperanzas de sus padres, se graduó en la famosa universidad de París. En estos años tuvo la fortuna de vivir codo a codo, compartiendo inclusive la habitación de la pensión, con Pedro Fabro, que será como él jesuita y luego beato, y con un extraño estudiante, ya bastante entrado en años para sentarse en los bancos de escuela, llamado Ignacio de Loyola.

Ignacio comprendió muy bien esa alma: “Un corazón tan grande y un alma tan noble” -le dijo- “no pueden contentarse con los efímeros honores terrenos. Tu ambición debe ser la gloria que brilla eternamente”. El día de la Asunción de 1534, en la cripta de la iglesia de Montmartre, Francisco Javier, Ignacio de Loyola y otros cinco compañeros se consagraron a Dios haciendo voto de absoluta pobreza, y resolvieron ir a Tierra Santa para comenzar desde allí su obra misionera, poniéndose a la total dependencia del Papa.

Ordenados sacerdotes en Venecia y abandonada la perspectiva de la Tierra Santa, emprendieron camino hacia Roma, en donde Francisco colaboró con Ignacio en la redacción de las Constituciones de la Compañía de Jesús. Sin embargo, fue a los 35 años de edad cuando comenzó su gran aventura misionera. Por invitación del rey de Portugal, fue escogido como misionero y delegado pontificio para las colonias portuguesas en las Indias Orientales. Goa fue el centro de su intensísima actividad misionera, que se irradió por un área tan vasta que hoy sería excepcional aun con los actuales medios de comunicación social: en diez años recorrió India, Malasia, las Molucas y las islas en estado todavía salvaje. “Si no encuentro una barca, iré nadando” decía Francisco, y luego comentaba: “Si en esas islas hubiera minas de oro, los cristianos se precipitarían allá. Pero no hay sino almas para salvar”.

Después de cuatro años de actividad misionera en estas islas, separado del mundo civilizado, se embarcó en una rústica barca hacia el Japón, en donde, entre dificultades inmensas, formó el primer centro de cristianos. Su celo no conocía descansos: desde Japón ya miraba hacia China. Se embarcó nuevamente, llegó a Singapur y estuvo a 150 kilómetros de Cantón, el gran puerto chino. En la isla de Shangchuan, en espera de una embarcación que lo llevara a China, cayó gravemente enfermo. Murió a orillas del mar el 3 de diciembre de 1552, a los 46 años de edad.

Fue canonizado el 12 de marzo de 1622 junto con Ignacio de Loyola, Felipe Neri,Teresa de Jesús y el santo de Madrid, Isidro. ¡Buen grupo formado por cuarteto español y solista italiano!

Es patrono de las misiones en Oriente y comparte el patronato universal de las misiones católicas con Teresa de Lisieux.

Colgado por:
J. RUIZ

martes, 29 de noviembre de 2011

COMULGAR SIN CONFESARSE

Autor: P. Eduardo Volpacchio | Fuente: http://www.algunasrespuestas.com
Mi novio comulga sin confesarse, ¿cómo le explico que hace mal?
La fe no depende de los sacerdotes y catequistas, Cristo mismo es el autor y la Iglesia su custodia.
 
Mi novio comulga sin confesarse, ¿cómo le explico que hace mal?
Mi novio comulga sin confesarse, ¿cómo le explico que hace mal?




Me preocupa que mi novio comulgue a pesar de estar en pecado mortal.
Él se justifica diciendo que a él le enseñaron diferente.

Le expliqué que antes tiene que confesarse, pero no logro convencerlo.

Quisiera preguntarle:
¿Qué es un sacrilegio? ¿Qué le pasa a la Eucaristía en cuerpo de un alma en pecado mortal? ¿Qué le pasa a un alma cuando comete un sacrilegio?
¿Cómo puedo convencerlo de que se confiese, de que únicamente con el Sacerdote recibes la absolución y nosotros no podemos perdonarnos a nosotros mismos?

Muchos dicen que no quieren decirle sus pecados a un sacerdote y que ellos piden perdón por su cuenta.


Primero te diría que reces por él -yo lo hago mientras te respondo-, ya que la gracia le vendrá de Dios y no de nuestras explicaciones (con las que Dios también cuenta para ayudarlo a vivir mejor, y que la oración convierte en parte de la gracia que le concede).

Quien se recibe la Comunión en pecado, la recibe indignamente. De esta manera comete un pecado mortal llamado “sacrilegio”: el uso de indigno de algo sagrado.

Recibiendo así la Eucaristía no sólo no se recibe ninguna gracia (es decir, no se gana nada), sino que se comente un pecado grave. De manera que es muchísimo mejor no comulgar que hacerlo en pecado (como no es obligación hacerlo, quien no comulga no comete ningún pecado). Si tu novio no quiere confesarse, que no comulgue. Si quiere comulgar que haga una comunión espiritual: una manera de recibirlo al Señor espiritualmente, sin cometer ningún pecado.

Tendrías que ayudar a tu novio a entender tres cuestiones que están en la base de su error práctico de comulgar sin confesarse estando en pecado:

1) La fe no depende de sacerdotes o catequistas.

No importa quien nos dijo una cosa u otra: la cuestión no depende de que si el P. Fulanito le dio permiso para comulgar sin confesarse o le dijo que no hacía falta hacerlo; o que si a vos el P. Menganito te dijo lo contrario. La cuestión es qué dice la Iglesia, ya que el P. Fulanito o Menganito pueden ser más o menos fieles a su enseñanza, y lo importante es ser fieles a la Iglesia, no al un sacerdote particular que puede equivocarse o incluso ser rebelde a las enseñanzas magisteriales.
La materia de los sacramentos no la establecemos nosotros, sino que fueron instituidos por Jesucristo. La Iglesia para garantizar la licitud y el respeto de los mismos, además de recoger lo que estableció Jesús, puso una serie de ritos y condiciones. Y nos interesa mucho ser fieles.
Te aconsejaría no entrar en discusiones eternas sobre quien tiene razón, porque en el fondo será tu palabra contra la suya. El mejor camino no es el de mostrarle que vos tenés razón y él está equivocado (aquí la soberbia juega en contra de la verdad).

Lo mejor es sencillamente decir: ¿qué nos diría el Papa si le preguntáramos? Eso es lo que nos interesa. Y la respuesta la encontramos en el Catecismo de la Iglesia Católica.

2) Sobre la confesión y la comunión.

La Comunión es un sacramento de vivos; es decir, es necesario estar en gracia de Dios para recibirlo lícitamente.
 En caso contrario se comente un pecado. Es realmente triste ofender a Dios precisamente cuando se desea unirse a El. No es nada razonable: si quiero recibirlo, buscaré cómo quiere que lo reciba. No tiene sentido cometer un pecado comulgando.

Te paso el link de un artículo que explica cuándo y por qué es necesario confesarse para comulgar: ¿comulgar sin confesarse?

3) En la base de todo el problema está que le cuesta confesarse.

Y por eso no acaba de entender el sacramento de la confesión, medio ordinario para el perdón de los pecados. Un sacramento maravilloso, que como todos los sacramentos requiere un ministro que nos lo administre (la única excepción es el matrimonio: los contrayentes son los ministros, el sacerdote es un testigo cualificado de la entrega mutua expresada en el consentimiento que realiza el matrimonio).

Encontrarás una explicación detallada en el siguiente artículo: por qué tenemos que confesarnos con un sacerdote

Bajado por: J. RUIZ

domingo, 27 de noviembre de 2011

TIEMPOS LITÚRGICOS


                                                  ADVIENTO

           
                                                                            Hoy comienza, para la Iglesia Católica, el tiempo del Adviento, que quiere decir: llegada, venida. Y es un tiempo de preparación para esa llegada.
           Y ¿quién llega? ¡Nada menos que Dios! Nuestro Dios que, gratuitamente y por puro amor, decidió encarnarse y hacerse hombre para sentir y vivir como nosotros, y así poder pagar la hipoteca y rescatarnos del abismo del pecado en que, por propia voluntad, habíamos caído.
           Y, cuando se espera la llegada de alguien muy importante, siempre se hacen preparativos para que esa persona se sienta lo mejor posible, se encuentre bienvenida y se dé cuenta del amor y la esperanza con que se la está recibiendo.
           Para un cristiano no puede haber nada ni nadie más importante ni más querido que Aquel que, únicamente por amor, se sometió a soportar todas las limitaciones de ser hombre y hasta llegar a morir por nosotros.
           Por eso los preparativos para recibirlo, cuando llegue en la Navidad en los brazos virginales de María, su Madre, tienen que estar a la altura: casa reparada, pintada y limpia; adornos los más cómodos y bonitos que la hagan agradable, y, sobre todo, que no falte el calor de ese hogar que será nuestro corazón para Él.
           Y también tenemos que alistar nuestras peticiones para pedirle que en esta venida sea nuestra conversión definitiva. Que nos ayude a comprender que lo que de veras debe importarnos, no son los halagos de este mundo tan enrevesado y caprichoso de hoy, sino el que seamos capaces de reconocerlo, acogerlo y servirlo en el rostro de nuestros hermanos, especialmente, de los más desprotegidos y marginados, que son tantos en nuestro atormentado país.
           Preparemos los caminos del Señor.

                                          ¡ JESÚS ESTÁ VIVO, PROCLAMÉMOSLO ¡


         J. RUIZ
        Turbaco. Noviembre 26 de 2011                

                                                  ADVIENTO

           
                                                                            Hoy comienza, para la Iglesia Católica, el tiempo del Adviento, que quiere decir: llegada, venida. Y es un tiempo de preparación para esa llegada.
           Y ¿quién llega? ¡Nada menos que Dios! Nuestro Dios que, gratuitamente y por puro amor, decidió encarnarse y hacerse hombre para sentir y vivir como nosotros, y así poder pagar la hipoteca y rescatarnos del abismo del pecado en que, por propia voluntad, habíamos caído.
           Y, cuando se espera la llegada de alguien muy importante, siempre se hacen preparativos para que esa persona se sienta lo mejor posible, se encuentre bienvenida y se dé cuenta del amor y la esperanza con que se la está recibiendo.
           Para un cristiano no puede haber nada ni nadie más importante ni más querido que Aquel que, únicamente por amor, se sometió a soportar todas las limitaciones de ser hombre y hasta llegar a morir por nosotros.
           Por eso los preparativos para recibirlo, cuando llegue en la Navidad en los brazos virginales de María, su Madre, tienen que estar a la altura: casa reparada, pintada y limpia; adornos los más cómodos y bonitos que la hagan agradable, y, sobre todo, que no falte el calor de ese hogar que será nuestro corazón para Él.
           Y también tenemos que alistar nuestras peticiones para pedirle que en esta venida sea nuestra conversión definitiva. Que nos ayude a comprender que lo que de veras debe importarnos, no son los halagos de este mundo tan enrevesado y caprichoso de hoy, sino el que seamos capaces de reconocerlo, acogerlo y servirlo en el rostro de nuestros hermanos, especialmente, de los más desprotegidos y marginados, que son tantos en nuestro atormentado país.
           Preparemos los caminos del Señor.

                                          ¡ JESÚS ESTÁ VIVO, PROCLAMÉMOSLO ¡


         J. RUIZ
        Turbaco. Noviembre 26 de 2011                

viernes, 11 de noviembre de 2011

AUTENTICIDAD

Autor: Arturo Guerra | Fuente: http://www.fluvium.org
Cristianismo con mostaza, por favor
Cristo no neutralizó su Evangelio con mostaza. El cristianismo se sirve solo. O se vive como es o no es cristianismo
 
Cristianismo con mostaza, por favor
Cristianismo con mostaza, por favor
¿Te comerías una hamburguesa que no tuviera mostaza ni catsup ni crema ni salsa BBQ? ¿te comerías un lonche que no tuviera mayonesa ni lechuga ni jitomate ni rajitas de jalapeño? ¿te comerías un pastel sin betún ni mermelada ni cajeta ni grageas multicolores? ¿te tomarías un café que no tuviera azúcar ni leche descremada ni miel silvestre?

A los niños no suelen gustarles para nada los filetes de hígado de res cuando a las mamás se les ocurre la feliz idea "hoy toca hígado y cuidadito con el que no se lo coma". Pues bien, conozco a una persona que a sus muchos años todavía no puede ver el hígado. Ahora simplemente no lo come. Pero de niño tuvo que comerlo por decreto maternal. Más le valía. ¿Y cómo lo lograba? Primero agotaba los típicos recursos: dárselo al perro a escondidas, dejarlo abajo de la mesa, trasladar un pedacito al plato del hermano de al lado... Pero todas estas técnicas eran rápidamente desactivadas por la eficaz mamá. Así que tenía que enfrentarse al problema. Solución: muy sencillo, como le gustaba la mostaza, untaba medio tarro de super Mostaza McCormick sobre el filete. Así conseguía neutralizar en al menos un 85% aquel horrible sabor hepático.

Todo esto que está muy bien en el campo culinario, falla cuando lo aplicamos al cristianismo. Una hamburguesa con mostaza sabe mejor, pero cristianismo con mostaza deja de ser cristianismo. Lo mismo si le pones mermelada. Igual si agregas leche descremada...

El Evangelio te pide amar a Dios sobre todas las cosas. "Bien. Sí. Sobre todas las cosas menos sobre mi osito de peluche." O sea, cristianismo con catsup.

El Evangelio te pide tomar la cruz. "Bien. OK, pero pásame una buena esponjita para el hombro, contrátame tres ayudantes fieles para que la carguen por mí, y que la cruz sea de la madera más ligera del mercado". O sea, cristianismo con azúcar.

El Evangelio te dice que los limpios de corazón son los que verán a Dios. "Bien pero no es para tanto, tranquilo, no hay que ser exagerado, si todo mundo lo hace no tiene que estar tan mal." O sea, cristianismo con miel silvestre.

El Evangelio te pide amar a tu enemigo. "Sí. Estoy de acuerdo. Sólo a este desgraciado lo odiaré toda mi vida." O sea, cristianismo con mayonesa, salsa BBQ y rajitas de jalapeño.

El Evangelio te pide perdonar setenta veces siete. "Bien pero a este no. Es que es un caso especial. Lo que me hizo es imperdonable." O sea, cristianismo con cajeta.

El Evangelio te pide desapegarte de tus posesiones. "Sí. Lo que pasa es que estamos en el siglo del consumismo y pues ni modo, a comprar y comprar aunque realmente no lo necesite." O sea, cristianismo con crema, lechuga y jitomate.

El Evangelio te invita a la oración. "Pues sí, pero no hay tiempo, ¿no ves que soy una persona muy ocupada?, el tiempo libre es para el café, y para el cigarro, y para la fiesta." O sea, cristianismo con betún.

El Evangelio te pide interrumpir tu camino para curar al que está tirado en la calle. "Lo sé. Pero hoy en día es peligroso. No sabes lo que puede pasar. A la mejor le ayudas y luego no te agradece." Cristianismo con leche descremada y un poco de mermelada.

El Evangelio te pide fidelidad. "Bien pero uno debe tener sus propias ideas, yo comparto muchas cosas de las que dice Jesús, pero no estoy de acuerdo en algunos puntos de la moral." O sea, cristianismo con grageas multicolores.

El Evangelio te dice que estás de paso, que la vida es un soplo, que la aproveches minuto a minuto. "Pues sí, pero pues no hay que amargarse, hay que aprovechar la vida haciendo lo que a uno le gusta, no sabes lo bien que yo me llevo con la flojera." O sea, cristianismo con mostaza. ¡¡¡Cristianismo con mostaza por favor!!!

A su Evangelio, Cristo no le puso mostaza ni catsup ni crema, ni salsa BBQ. Él no le puso mayonesa ni lechuga ni jitomate ni rajitas de jalapeño. Él no le puso betún ni mermelada ni cajeta ni grageas multicolores. Él no le puso azúcar ni leche descremada ni miel silvestre.

Cristo no neutralizó su Evangelio con mostaza. El cristianismo se sirve solo. O se vive como es o no es cristianismo.

Bajado por: J.RUIZ

jueves, 10 de noviembre de 2011

Hablemos de Sexualidad

Autor: . | Fuente: VIS
Para qué tenemos la sexualidad
Pretender que cualquier chico pueda ser chica y viceversa me parece un atentado contra el sentido común.

En este momento en que nuestro Gobierno trata de imponernos con leyes como la del aborto, una ideología estúpida y corruptora como la ideología de género, creo que es conveniente que tengamos ideas claras sobre lo que es la sexualidad. He dicho ideología estúpida porque pretender que cualquier chico pueda ser chica y viceversa me parece un atentado contra el sentido común y sobre lo de corruptora, pienso que enseñar a nuestros niños y adolescentes que pueden tener toda clase de relaciones sexuales me parece que a eso siempre lo hemos llamado corrupción de menores. Por ello me parece importante el que nos preguntemos para qué tenemos la sexualidad.

Para desarrollarnos como personas, es necesario amar. Si nos fijamos bien el amor es lo único que puede dar sentido a nuestra vida todos los días y a todas horas. Los evangelios nos expresan esto al decirnos que los mandamientos principales y fundamentales son amar a Dios, al prójimo y a sí mismo (Mt 22,34-40; Mc 12,28-34; Lc 10, 25-28).

La sexualidad hay que situarla como dimensión de la persona; no es que la persona tenga una sexualidad, sino es que somos seres sexuados. Y como todo en la persona está al servicio del amor, también la sexualidad deberá estarlo. Igualmente la sexualidad nos empuja a relacionarnos con los demás, y por ello está al servicio de la comunicación, como prueba el tabú o la prohibición del incesto, que al prohibirnos casarnos con la madre, hermana o hija, obliga a salirnos de la familia para buscar pareja.

La sexualidad en cuanto fuerza se orienta en tres direcciones. La primera trata de lograr la madurez y la integración personal. La educación de la sexualidad no puede limitarse a una información biológica. Un comportamiento sexual es bueno o positivo si ayuda a que el hombre sea más persona y asuma valores fundamentales para el crecimiento integral de la persona. Es muy importante encauzar el poderoso apetito sexual con una buena formación espiritual y la práctica religiosa.

La segunda dirección tiende a realizar la apertura de la persona al mundo del "tú”. La sexualidad es la que posibilita la relación interpersonal, debiéndose evitar el vivirla de modo egocéntrico, pues supondría la negación de lo relacional. En toda relación con el otro, la sexualidad juega un papel, pero la relación yo-tú más importante es la relación heterosexual que se inicia con la apertura al otro, como parte de una relación de comunicación humana y personal y que culmina con la construcción de un proyecto de vida en común. Pero esta relación heterosexual debe fundamentarse en un amor no egoísta sino de entrega al otro y asumido por la persona entera, aunque vaya adquiriendo formas diversas de acuerdo con las distintas etapas de la evolución psicosexual del hombre y de la mujer.

La tercera dirección es la apertura al "nosotros”, dentro de un clima de relaciones interpersonales múltiples. El "nosotros” nace del encuentro de dos generosidades, que alcanzan su plenitud en el amor que es superación de sí mismo y búsqueda del bien del otro. Pero no sólo es el bien del otro, porque la sexualidad es la fuente de la vida gracias a la procreación y en ella se realiza la fórmula de M. Blondel: “Dos seres no son sino uno, y cuando son uno devienen tres”. Además el amor y la sexualidad tienen que abrirse al campo de lo social y de nuestra responsabilidad hacia los demás, por lo que la responsabilidad moral en este terreno tiene una vertiente personal y otra social. En consecuencia, los planteamientos éticos no sólo no pueden estar ausentes, sino que van inseparablemente unidos con la problemática sexual. Desde luego, nadie tiene derecho a considerar a otra persona exclusivamente como medio para satisfacer intereses o necesidades propias y por ello el principio ético fundamental es y será siempre el mismo, con una permanencia basada en la naturaleza humana, aunque adopte formas muy diversas según las diversas civilizaciones, tiempos y culturas: el respeto a las otras personas y a su dignidad.

Por ello, la sociedad tiene el derecho y la obligación de ejercer vigilancia sobre las manifestaciones públicas de lo sexual, incluso mediante disposiciones legales adecuadas, pero encaminadas a proteger el matrimonio y la familia, no a destruirlas, como sucede con la actual legislación española, que han de procurar ayudar a lograr la madurez personal. Estas disposiciones han de ser de tal modo que no se deje a la libertad sin la ayuda de la ley, pero tampoco que la ley suplante la libertad, si bien dada la permisividad actual de nuestra sociedad es difícil que se den los controles sociales suficientes y es necesario insistir en la responsabilidad moral personal. Esta responsabilidad es de cada uno de nosotros y debe hacernos capaces de resistir las dificultades, porque es posible lograr una madurez humana, también en lo sexual, basada en la búsqueda de la verdad y en la posesión de convicciones propias, pues como dice el evangelio de San Juan: “La verdad os hará libres” (8,32).

Bajado por: J.RUIZ

miércoles, 9 de noviembre de 2011

DOGMAS MODERNOS

Autor: P. Fernando Pascual L.C. | Fuente: Catholic net
Dogmas de la modernidad
La modernidad necesita ser sanada y superar falsos dogmas que la debilitan.
Dogmas de la modernidadUna lectura, bastante parcial, de la historia de las ideas quiere hacernos creer que el mundo del pasado era incapaz de pensar por sí mismo. Sólo el hombre “moderno”, nos dicen, habría llegado a la madurez intelectual. Especialmente por haber superado cualquier “dogmatismo”, cualquier adhesión a creencias casi siempre “indefendibles” desde el punto de vista racional; es decir, desde la perspectiva del hombre “adulto”.

En realidad, el mundo moderno está muy lejos de vivir sin dogmas. O, mejor, ha suplantado los dogmas del pasado por nuevos dogmas, muchos de los cuales totalmente indefendibles.

En el siglo XIX, por ejemplo, estaba muy difundido el dogma del progreso: la técnica y las ciencias eran capaces, por sí solas, de mejorar el mundo, de llevar al hombre a su plenitud. Tal dogma entró en crisis después de dos guerras mundiales y de millones de 
     muertes, pero sigue en pie entre no pocos intelectuales y entre algunos científicos que 
piden una y otra vez total libertad en sus investigaciones. Como si la ciencia no tuviera que rendir cuentas a la ética, como si la sociedad no pudiese controlar lo que se hace en los laboratorios.

Otro dogma de la modernidad consiste en aceptar el “evolucionismo” como verdad absoluta. Hay que distinguir, es cierto, entre las teorías (en plural) de la evolución y el evolucionismo. Las primeras investigan cómo y en qué sentido ha cambiado la vida en el planeta tierra. El segundo, en cambio, da por cierto que es posible pasar de la materia inerte a la existencia de seres vivos simplemente a través de mecanismos casuales, y que el ser humano no tiene alma espiritual, sino que debe ser valorado igual que los demás animales: fruto de la casualidad, carente de sentido.

Hemos de reconocer con satisfacción que no se han sacado todas las consecuencias nefastas de este dogma, aunque algunas ideologías racistas que nacieron del evolucionismo (como las de Herbert Spencer) sí lo hicieron. Hoy día no faltan pensadores evolucionistas, como Peter Singer, que están más preocupados por defender a los monos que a los enfermos incurables en la fase final de su existencia.

Un tercer dogma nos martillea con la idea de que los “creyentes” son enemigos de la razón y la convivencia humana, mientras que los hombres modernos y “desfanatizados” serían promotores de paz y de democracia. La experiencia de los sistemas totalitarios ateos, como el nazismo o el comunismo, debería haber desmontado este dogma, pero sabemos que es más difícil remover un prejuicio que traer agua del Tajo al Segura (modificando una frase atribuida a Einstein).

La modernidad necesita ser sanada y superar falsos dogmas que la debilitan. Como también necesita descubrir que hay dogmas “buenos”, que necesitan ser fundados con la ayuda de una metafísica y, por qué no, de ideas religiosas que no sólo no humillan la inteligencia humana, sino que la defienden y la elevan a horizontes universales de verdad y de justicia.

Bajado por: J.RUIZ

domingo, 6 de noviembre de 2011

NOVIEMBRE: MES PARA MEDITAR

                        NOVIEMBRE,  MES PARA  MEDITAR


Es el mes en que se habla de la muerte, aunque a todos nos asuste. El viento frío del invierno arranca las hojas de los árboles que, en remolinos, van a arrastrarse a la vera de todos los caminos.

El color de todo el día fluctúa entre los diversos tonos del gris. La luz es escasa y todas las cosas se pintan de tristeza.

Los recuerdos de los seres que un día quisimos y que hoy no están con nosotros, embargan el corazón de una profunda melancolía. Sus rostros queridos aparecen y desaparecen intermitentes en el flash de la memoria trayéndonos una sonrisa o, a veces, una lágrima.

Es el mes de la muerte. Esto pudiera parecer tenebroso pero, para los cristianos, debe ser todo lo contrario: debe ser de alegría porque estamos celebrando el paso de aquellos que se nos adelantaron a entrar a la Patria prometida, y estamos preparando el que también nosotros habremos de dar, más tarde o más temprano, pero inevitablemente. La muerte es el primer paso con que se comienza la verdadera vida.

Todo el tiempo que pasemos aquí en la tierra, ya sea más o menos largo, no es más que una preparación para la vida que nos espera al otro lado de la muerte, la que no es sino una circunstancia, un requisito que todos tenemos que cumplir.

Los cristianos sabemos todo esto, y, aunque a veces vivamos como si no lo supiéramos, la verdad es que debemos estar preparados siempre, con aceite en nuestras lámparas,  para dar ese paso porque “no sabemos el día ni la hora”. Y a esa Tierra prometida tenemos que llegar con ciertos requisitos para poder ser recibidos  en ella.

 Tenemos que presentar un “examen de admisión” en el que se nos preguntará si dimos de comer al hambriento, si dimos de beber al sediento, si vestimos al desnudo, si visitamos al que estaba enfermo o en la cárcel. En una palabra, tendremos que decir si fuimos conscientes de la presencia liberadora de Jesús en los demás, sobre todo en los más necesitados y marginados de la sociedad, y si nos portamos con ellos como lo manda la norma primera y más grande: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda tu alma; y al prójimo como a ti mismo”. Si no lo hicimos así, si “perdimos el examen” no tendremos derecho a entrar en la fiesta.Y entonces “será el llanto y el crujir de dientes”.

            Aprovechemos este mes. Meditemos en estas llamadas “verdades escatológicas” y preparémonos a recibir dignamente, sin tristeza y con alegría, a la “hermana muerte”, como tan familiarmente la llamaba San Francisco de Asís, el gran defensor de la caridad fraterna.

¡¡ JESUS VIVE, ANUNCIÉMOSLO !!

J. RUIZ

viernes, 28 de octubre de 2011

SALVE, MARÍA

salve, maría

  “Hágase en mí”, dijiste estremecida
    Y el mundo todo se llenó de cantos.
    Y fue más grande el que es tres veces santo
    Porque una madre se inventó: María.

    La tierra, el mar y el universo entero
    Fueron himno de amor, y con sus galas
    Devolvieron al hombre la esperanza
    Talvez perdida de encontrar el cielo.

    Y “bienaventurada” te llamaron
    Todos los hombres que en el mundo han sido,
    Al latido de un solo corazón.

    También “llena de gracia” te aclamaron  
    Gabriel y los demás seres benditos         
    Porque fuiste la “esclava del Señor”.        

            
    Turbaco. Octubre 28 de 2011
    J. RUIZ 

jueves, 27 de octubre de 2011

OCTUBRE, MES DEL SANTO ROSARIO


Va a terminar el mes de Octubre, mes escogido por la Iglesia católica para rendir un tributo especial a la Santísima Virgen María, nuestra madrecita del cielo. Y la oración, escogida por ella misma, es el rezo perseverante y constante del Santo Rosario.

En tiempos pasados de verdad que fue una devoción muy popular y en casi todas nuestras familias de unas dos generaciones atrás, se rezaba todos los días, generalmente al terminar las labores cotidianas y reunidos todos los miembros alrededor de la madre y del padre, si ya éste estaba en casa.

Era un cuadro realmente hermoso y que, desgraciadamente, como tantas otras cosas bellas, va desapareciendo en medio de las afugias y de los afanes de estos días apresurados que ya no nos alcanzan para tantas cosas que creemos importantes, olvidando que lo verdaderamente valioso es el Reino de Dios.

Y María es la ayuda precisa para poder llegar a ese Reino de felicidad que ella nos trajo cuando dio aquel inolvidable: “Sí, hágase según tu Palabra”. Porque además de ser la Madre escogida por Dios mismo para su Hijo, éste nos la dio a nosotros también por madre nuestra al pie de la Cruz, cuando se plasmaba la  redención del mundo.

Y ¿qué madre no quiere lo mejor para sus hijos? Y como ella es casi todopoderosa ya que es, nada menos, que la Reina del cielo, no hay nada que no sea capaz de conseguirnos con su intercesión ante el Divino Rey.

Y como, si fuera poco, es la Reina de los Apóstoles. Desde el comienzo mismo de la vida apostólica y misionera, los discípulos y primeros cristianos, a la muerte de Jesús, se reunían, seguramente en casa de Juan, con María, a hablar, a discutir, a disponer el plan de acción que fuera más eficaz para dar a conocer las enseñanzas del Maestro en el menor tiempo posible y a la mayor cantidad de gente.
Es, pues María, la mujer perfecta, el primer fruto de la redención de Cristo. En ella está realizado plenamente el plan de Dios sobre el ser humano en esta vida: es nuestro modelo perfecto, junto con Jesús. Es el compendio del Evangelio, el resumen de la Buena Nueva.

 Volvamos a esa buena costumbre de la devoción del Santo Rosario en familia; pongamos nuestro corazón en cada una de las aves marías que lo forman y, aunque nunca seremos tan perfectos como ella, sí podremos seguir sus pasos que nos guiarán de manera segura hasta el Reino celestial.
 
¡¡ JESÚS VIVE ¡!

J.RUIZ 

miércoles, 19 de octubre de 2011

LOS ZAPATOS DE LA IGLESIA


Los zapatos de la Iglesia
Ir más allá del prejuicio y del estereotipo es un deporte intelectual muy sano
 
Los zapatos de la Iglesia
Los zapatos de la Iglesia
Vivimos de estereotipos. México es el cactus, el tequila y el sombrerote. China es lo lejano, lo indescifrable. España es el chorizo, el sol y los toros. Alemania es la cuadrícula, la búsqueda de la perfección aritmética...

La Iglesia Católica, para muchos, es una extraña institución que se atreve a contradecir gigantescas opiniones públicas, a desdeñar leyes diseñadas por pueblos de primer mundo ejemplarmente democráticos. Una organización regida totalitariamente por un anciano vestido de blanco, anticuado, conservador, aferrado al pasado...

Ir más allá del prejuicio y del estereotipo es un deporte intelectual muy sano. Requiere su esfuerzo. Hay que ir más allá de las apariencias externas. Significa detenerse, ver, observar, escuchar, profundizar, abrirse... antes que etiquetar con prisas una realidad. Implica acercarse y asomarse al corazón que late escondido ahí dentro... Se puede ser radicalmente distinto, se puede aborrecer tal realidad, pero ponerse en zapato ajeno nunca hará daño a nadie.

Para la Iglesia hay un Dios que existe, creador de todos, que se hizo hombre para dar su vida en rescate de muchos. Un Cristo que viene a destruir con amor, con generosidad, con desinterés, el mal más terrible que aqueja a los hombres, más terrible que el ébola, el cáncer, el ántrax o que el síndrome de inmunodeficiencia adquirida: el pecado, el egoísmo. Porque el pecado es el único mal capaz de destruir el alma y el corazón de una persona. Ningún otro mal lo puede lograr.

Un Cristo que trajo un Evangelio: la Buena Noticia capaz de transformar a la Humanidad, corazón por corazón. Un Dios que ofrece su amistad y que es capaz de satisfacer los anhelos más profundos de felicidad que tienen los seres humanos. Que ofrece el sentido más hondo de la propia vida y que invita abiertamente a una felicidad eterna que la muerte no puede aniquilar.

Un Dios hecho hombre que revela también la verdad sobre el hombre. Que sabe lo que hay dentro, muy adentro, del corazón de todo ser humano. Que está en condiciones de decir al hombre lo que le hace más hombre, más pleno, más feliz; al mundo, lo que le hace más planeta, más sociedad, más familia...

Esas profundas convicciones están muy clavadas en el corazón de la Iglesia y es ahí desde donde busca iluminar. Para ella, su mensaje no es suyo. Es un mensaje prestado. Un talento depositado en sus manos frágiles y temblorosas y que se muere por compartir. Un tesoro que va en vasija de barro y que quema por dentro. Una responsabilidad por hacerlo fructificar, por comunicarlo, por transmitirlo, por dar gratuitamente lo gratis recibido. La Iglesia cree con todas sus fuerzas que Alguien le ha encomendado la custodia y salvación de ese ser tan frágil, tan misterioso, tan imprevisible, tan agónico, tan capaz de lo peor como capaz de lo mejor. Por ese hermano herido y por ese hermano heridor, es que la Iglesia levanta su voz lo mismo en la selva que en el desierto. Y camina, se detiene, se inclina, se descalza, se moja, con tal de rescatar un alma más...

Son los zapatos de la Iglesia. ¿Te los quieres probar un minuto solo?

P. Arturo Guerra, LC
Director de formación del Instituto Cumbres y Alpes Saltillo

martes, 18 de octubre de 2011

OCTUBRE, MES DE LAS MISIONES


OCTUBRE,  MES  DE  LAS  MISIONES



          Tradicionalmente la Iglesia Católica destina el mes de Octubre para vivir un mes de intensificación de todas las actividades misioneras: oración por aquellos valientes, hombres y mujeres, que han dedicado voluntariamente sus vidas a llevar el Evangelio de Jesús a los lugares más apartados de la civilización actual; recolecta de limosnas y donaciones como aporte económico muy valioso para apoyar el desarrollo de la actividad misionera en el mundo; y, en fin, para resaltar el compromiso misionero que cada día se hace más urgente.

          Todos los bautizados estamos consagrados, aunque de manera diferente, para ser enviados a evangelizar. Es la misión que Cristo nos ha confiado de “dar a su servidumbre la ración conveniente y a tiempo” (Lucas 12, 42). La fe no puede ser un tesoro escondido ni una experiencia exclusiva de cristianos encerrados en sí mismos. La fe debe crecer y expandirse al mundo todo, ya que la sed de Dios es inherente a toda la humanidad.

          Y esa misión debemos comenzar a ejercerla en nuestro círculo familiar. En estos tiempos en que todo tiende a acabar con la familia, que es la base y fundamento de la sociedad, es urgente que tomemos conciencia, sobre todo los padres de familia, de la necesidad de evangelizar a nuestros hijos y a nosotros mismos para que todos podamos recibir la Palabra de Dios y con ella la presencia liberadora de Jesús en nuestras vidas.

          Luego, de esta primera y pequeña comunidad familiar, nuestro campo de acción debe extenderse a  la comunidad parroquial a la que pertenecemos y en la que podemos participar de la mano de nuestros pastores y animadores y dirigidos por ellos, ya que su razón de ser es, precisamente, propender por la realización de la misión.

          Esta especie de cooperación misionera sólo la lograremos si vivimos el espíritu de comunidad como lo vivieron los primeros cristianos, apoyándonos unos a otros especialmente con la oración y con la vivencia real de la Palabra de Jesús como El la vivió en su paso por esta tierra y en compañía de sus apóstoles y discípulos.

           Procuremos que este año la celebración de la Jornada Mundial de las Misiones nos estimule para que cada uno de nosotros y cada una de nuestras comunidades, demos un testimonio efectivo de caridad cristiana que verdaderamente ayude a la expansión del Reino de Dios en la tierra.

           Que María, Reina de los Apóstoles, nos acompañe en nuestro caminar misionero.

           Turbaco. Octubre 18 de 2011



J.RUIZ