jueves, 27 de octubre de 2011

OCTUBRE, MES DEL SANTO ROSARIO


Va a terminar el mes de Octubre, mes escogido por la Iglesia católica para rendir un tributo especial a la Santísima Virgen María, nuestra madrecita del cielo. Y la oración, escogida por ella misma, es el rezo perseverante y constante del Santo Rosario.

En tiempos pasados de verdad que fue una devoción muy popular y en casi todas nuestras familias de unas dos generaciones atrás, se rezaba todos los días, generalmente al terminar las labores cotidianas y reunidos todos los miembros alrededor de la madre y del padre, si ya éste estaba en casa.

Era un cuadro realmente hermoso y que, desgraciadamente, como tantas otras cosas bellas, va desapareciendo en medio de las afugias y de los afanes de estos días apresurados que ya no nos alcanzan para tantas cosas que creemos importantes, olvidando que lo verdaderamente valioso es el Reino de Dios.

Y María es la ayuda precisa para poder llegar a ese Reino de felicidad que ella nos trajo cuando dio aquel inolvidable: “Sí, hágase según tu Palabra”. Porque además de ser la Madre escogida por Dios mismo para su Hijo, éste nos la dio a nosotros también por madre nuestra al pie de la Cruz, cuando se plasmaba la  redención del mundo.

Y ¿qué madre no quiere lo mejor para sus hijos? Y como ella es casi todopoderosa ya que es, nada menos, que la Reina del cielo, no hay nada que no sea capaz de conseguirnos con su intercesión ante el Divino Rey.

Y como, si fuera poco, es la Reina de los Apóstoles. Desde el comienzo mismo de la vida apostólica y misionera, los discípulos y primeros cristianos, a la muerte de Jesús, se reunían, seguramente en casa de Juan, con María, a hablar, a discutir, a disponer el plan de acción que fuera más eficaz para dar a conocer las enseñanzas del Maestro en el menor tiempo posible y a la mayor cantidad de gente.
Es, pues María, la mujer perfecta, el primer fruto de la redención de Cristo. En ella está realizado plenamente el plan de Dios sobre el ser humano en esta vida: es nuestro modelo perfecto, junto con Jesús. Es el compendio del Evangelio, el resumen de la Buena Nueva.

 Volvamos a esa buena costumbre de la devoción del Santo Rosario en familia; pongamos nuestro corazón en cada una de las aves marías que lo forman y, aunque nunca seremos tan perfectos como ella, sí podremos seguir sus pasos que nos guiarán de manera segura hasta el Reino celestial.
 
¡¡ JESÚS VIVE ¡!

J.RUIZ 

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