miércoles, 27 de abril de 2011

Significado del Domingo de Resurrección

“Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo” es el canto festivo de la comunidad cristiana en este día.
Después de la purificación de la cuaresma, la meditación y oración de los días santos y la alegría triunfal de la Vigilia Pascual, la Iglesia descansa hoy complacida en su Señor vencedor de la muerte, que la ha revestido de su gloria.
¿Cómo vivir este día?
¡El Señor resucitó aleluya! Alegrémonos y regocijémonos en ÉL. Sí, alegrémonos y contagiémonos al mundo de esperanza y alegría. Sin Cristo no hubiera resucitado, entonces nuestra fe y nuestras esperanzas no tendrían sentido; pero la última palabra sobre nuestra vida  no es ya la muerte, el dolor, es la vida, la victoria.
Las mujeres han sido las primeras testigos de la resurrección y ellas vana anunciarla a los discípulos; pero lo han encontrado, lo han visto vivo, solamente allí en la comunidad, en compañía de los demás hermanos.
Aquí está nuestro compromiso: ser testigos de la resurrección, demostrar con nuestra vida que Cristo está vivo y sigue amando y sirviendo a través de nosotros.
La comunidad es el lugar privilegiado de la presencia del Señor, pues la participación la solidaridad, el compartir fraterno es una de las más claras manifestaciones de que hemos resucitados con ÉL.
 Participando en la vida del Resucitado podemos ahora emprender un camino nuevo que se expresará sobre todo en nuestra manera de relacionarnos con Dios y con los demás. El capitulo 5 del evangelio de San Mateo y el capitulo 6 de San Lucas podrán ayudarnos a desarrollar esta vida nueva que ha inundado nuestros corazones. Los relatos de las apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos y el cambio que en ellos realiza, son el testimonio vivo de lo que debería acontecer también en nosotros, si le dejamos actuar en nuestra vida.
Todo el tiempo Pascual que inicia hoy y termina en festividad de Pentecostés, tiene esta finalidad: acompañarnos en un proceso de resurrección y vida nueva. ¡Que nuestra transformación personal despierte y promueva la vida, contribuyendo al crecimiento del Reino de Dios en nuestra sociedad. Es la tarea que nos deja la celebración de la Semana Santa!

lunes, 25 de abril de 2011

Cosas misteriosas que pasan en Semana Santa... ¿verdad?

Moises no le prestó atención a los cuentos, y se perdió
varios días estando a pocos metros de su casa...
Después de cenar, y ya un poco más descansados de la agotadora jornada agrícola, los campesinos sacan sus tabacos y, sentados en los bancos largos estratégicamente recostados al cancel de la cocina, comienzan a extraer de la memoria de su imaginación fértil y caribeña, los cuentos y recuerdos con que se entretienen mientras el humo oloroso de las hojas secas los van llevando de la mano hasta los dominios tranquilos del sueño reparador.

- El domingo que viene es domingo de Ramos – dice Jóse.
- Oye, verdá. Este año si va rápido- responde maravillado Julio – Y todas las cosas raras que pasan en estos días.

Los otros lo miran con ojos interrogantes esperando una explicación que no llega,
por lo que Jorge, después de una corta pausa, pregunta:

- ¿Cómo así? ¿En cuáles días? –
- Pues en estos de Semana Santa, hombe; ¿es que tú eres pendejo, o qué? –
- No, hermano, es que no había caído en cuenta de que ya viene la Semana
Santa; cálmate. ¿Y qué es lo raro que ocurre en esos días?- dice un poco intrigado Jorge.

      Y lentamente, después de una larga chupada al cabo de su tabaco, Julio comienza a tirar de los hilos de los recuerdos de su ya lejana juventud, mientras sus palabras van cayendo impactantes en las mentes sencillas de su auditorio, que le escucha con la boca abierta:

       - Recuerdo que cuando yo todavía era un pelao que ni siquiera usaba pantalones largos, allá en San Juan causó revuelo lo que le sucedió al compae Moisés Torres que era muy aficionado a la cacería de venado, con perros y todo. Como también era un descreído, un Jueves Santo, cogió la escopeta, silbó a los perros y con ellos se metió al monte a buscar un venado al que le había conseguido el rastro por esos lados. Se pasó el día, se pasó la noche y el hombre no volvió a su casa. Se acabó el viernes con la tristeza en los hombres y en la naturaleza por la muerte del Señor, y, para preocupación de su mujer y de sus familiares, Moisés no apareció por ningún lado.
 El sábado iba transcurriendo entre sentires y decires en voz baja de todos los
vecinos que ya se habían enterado que Moncho estaba perdido, cuando, a eso del medio día, por el arroyo abajo, fue apareciendo, seguido en fila india por sus perros con la lengua afuera, la cola entre las patas  y silenciosos, como si vinieran de un funeral. Sin decir nada, ni media palabra, para desconsuelo de tanto curioso, atravesó el pueblo y se metió en su casa, mientras los perros, también en silencio, por entre los huecos de la cerca, se metieron al solar.
          Después de varios días de suspenso, de chismes y conjeturas, al fin se supo lo ocurrido. Lo contó el mismo Moisés cuando pudo recobrar el habla y el color moreno que se había vuelto cenizo del susto, según decían las malas lenguas.
          Después que se entró al monte el Jueves Santo, a poco encontró el rastro que buscaba. Alegre y a paso rápido empezó a seguirlo con sus perros, esperando en cualquier momento dar alcance al venado, ya que la huella era bastante fresca. Pasó el tiempo, el calor comenzó a apretar y la sed se hizo sentir, y ni la sombra del bendito animal. Cuado se dio cuenta el sol estaba en la mitad del firmamento, era medio día y también el hambre empezaba su trabajo demoledor. Los perros ladraban desesperados por la sed cada vez más acuciante, y, lo inesperado: Moisés no tenía ni idea de en dónde se encontraban. Desde niño estaba acostumbrado a andareguiar por estos andurriales y los conocía mejor que a la palma de su mano. Sin embargo, a medida que caía la tarde, se daba cuenta de que estaba totalmente perdido. Y además hambriento, sediento y el ladrido de los perros lo desesperaba.
          Así pasaron los dos días más terribles de la vida del compae Moncho. Sólo el sábado, poco después de la salida del sol, pudo reconocer el sitio y se dio cuenta de que había estado caminando en círculo con sus perros todo el tiempo. Emprendió el camino de regreso y empezó a pensar en las cosas de la Semana Santa que había escuchado desde niño y de las que él siempre se burlaba, creyéndolas consejas de viejas asustadizas y chismosas:

-          Que si un niño nace en Semana Santa corre el riesgo de ser el Anticristo.
-          Que si te bañas durante estos días en un río o en el mar, el agua se convierte en sangre, o te puedes convertir en pez, o te saldrán escamas en todo el cuerpo.
-          Que si un hijo o hija levanta la mano contra sus padres, se le quedará seca.
-          Que si te vistes de rojo te identificas con el diablo.
-          Que si barres el suelo estás barriendo el rostro de Cristo.
-          Que si se tienen relaciones sexuales en esos días, la pareja puede quedarse unida para siempre.
-          Que si uno le saca la lengua a sus padres, se le convierte en lengua de culebra.
-          Que si se da un machetazo a un árbol, de éste brotará sangre.
-          Que si te alteras o siquiera regañas a un niño en esos días, se te presentará el diablo, llamado por la ira.
-          Y uno positivo: Que si te motilas el Viernes Santo, tendrás un cabello hermoso y saludable.

Hasta aquí la vívida narración de Julio que había mantenido en vilo a sus oyentes,
campesinos como él, y, como él creyentes con la fe simple y sencilla de los preferidos de Jesús.
     
       Todas estas creencias, mitos o leyendas, o como quiera llamárselas, que por tiempos seculares han sido mantenidas y alimentadas por la imaginación desbordante de nuestro, ahora llamado “realismo mágico”, con su mucho de paganismo, no dejan de tener un fondo de respeto y religiosidad por los hechos grandiosos y misteriosos que en estos días santos conmemora la Iglesia Católica. Y sirven, de alguna manera, para despertar en nuestras gentes la conciencia de que es necesario no olvidarse de que existe un Dios que nos quiere hasta el delirio, y que, por su infinita misericordia y gratuitamente, se entregó a los más atroces sufrimientos, sólo por rescatarnos del pecado y devolvernos, así, la libertad perdida, el don más preciado que podemos tener.

Significado del Sábado Santo


El sábado santo es el paso misterioso de la muerte a la resurrección; es el “descanso” del Señor.
Las comunidades cristianas primitivas honraban la sepultura de Jesús pasando este sábado en el descanso y la espera, en la oración silenciosa y el ayuno riguroso; ningún alimento podía romper este ayuno antes de la comunión de la noche Pascual.
Actualmente el ayuno no es tan riguroso, ni el silencio tan absoluto, pero es un día de serena y gozosa espera. En este día la comunidad cristiana se abstiene completamente de la Eucaristía, pues no hay Misa, ni comunión; esta falta de liturgia expresa el significado verdadero del sábado santo. Se vive hoy la sensación de un gran vacío, que no es tanto el vacío de la ausencia, sino el vacío de la espera; una espera que pronto se verá premiada por la presencia del Señor resucitado, aunque sea velado todavía, pues solo lo veremos cuando nos encontremos con ÉL cara a cara.
El sábado santo con su ayuno y su oración reposada, expresa además nuestra inquebrantable esperanza en al resurrección final y en la segunda venida del Señor.
La tierra grávida (preñada) de Cristo está para dar a luz el Señor Resucitado, primicia de la nueva creación.
¿Cómo vivir este día?
Quienes hemos participado ene los días anteriores a la Pasión y Muerte del Señor, podremos fácilmente entrar en el espíritu de este gran día en que presentimos la resurrección.
Mientras nos preparamos a la solemne y gozosa Vigilia de esta noche Pascual, alimentemos nuestra esperanza recordando los hechos y momentos en los cuales el amor de Dios se ha hecho más presente en nuestra vida personal, en la vida de nuestra familia, en la comunidad.
El recuerdo de lo que Dios ha hecho por nosotros, nos reaviva la certeza de que con ÉL venceremos definitivamente toda división, toda expresión de muerte que haya todavía entre nosotros.
En las familias donde se acostumbra hacer oración comunitaria, en los grupos o movimientos apostólicos, en la comunidad, se podría organizar un encuentro comunitario para descubrir las semillas de vida y esperanza, que hay en nuestra realidad, y dar gracias al Señor porque su victoria es una realidad.
La VIGILIA PASCUAL de esta noche es el momento culminante y central de toda la semana santa, participar en ella es encontrarle el sentido pleno a todo lo que hemos vivido; es resucitar con Cristo , participar en su triunfo sobre la muerte y el mal renaciendo a una nueva vida. Con la luz del Resucitado que recibiremos esta noche, saldremos a iluminar nuestras familias, los ambientes de trabajo y tantas obscuridades que hay en nuestra sociedad actual.
Muchos cristianos acostumbran en este día reunirse para rezar el santo rosario y prepararse en compañía de María a la VIGILIA PASCUAL.
SIGNIFICADO DE LA VIGILIA PASCUAL
La celebración de la Vigilia Pascual es el corazón de la semana santa. Todo el camino cuaresmal y la vivencia de los días santos nos han preparado para este momento culminante.
Cristo vencedor de la muerte, se hace presente en medio de la comunidad y nos comunica su vida nueva de resucitado, así resucitamos con ÉL.
La celebración de esta noche es de gran riqueza, profundidad y belleza; la comunidad cristina no se puede entregar al sueño en una noche como esta.
La celebración comprende cuatro partes: El Lucernario o fiesta de la luz, La Vigilia propiamente dicha, de oración y lectura bíblica, La Iluminación bautismal, La Eucaristía.
EL LUCERNARIO O FIESTA DE LA LUZ
La fiesta de la luz consta de tres partes: las bendiciones dl fuego y el Cirio. Al bendecir el Cirio, el celebrante pronuncia estas palabras: Cristo, Ayer y Hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega (primera y última letra del alfabeto Griego), Suyo es el Tiempo y la Eternidad. A ÉL la Gloria y el Poder. Luego coloca cinco granos de incienso en forma de cruz, recordando las llagas de Jesús en las manos, en los pies y costado, luego se da inicio a la procesión con el Cirio Pascual como símbolo de Cristo Resucitado, luz del mundo.
Al iniciar la celebración, el templo permanece a oscuras como símbolo de la humanidad envuelta en las tinieblas del egoísmo, de la muerte y el pecado. Cristo resucitado, luz del mundo rompe la obscuridad y llena de su luz a todos los que se acercan a ÉL con fe viva. Es el triunfo de la luz sobre las tinieblas del mal.
VIGILIA PROPIAMENTE DICHA, ORACIÓN Y LECTURA BIBLICA
Las lecturas bíblicas de la Vigilia son una meditación comunitaria sobre el proyecto amoroso de Dios, que es presentado en los pasajes bíblicos más significativos desde la creación del mundo, las promesas, la alianza, hasta su realización plena en la Muerte y Resurrección de Cristo, mediador de la nueva alianza. Después de cada lectura la asamblea se arrodilla y ora en silencio sobre el tema que al Biblia acaba de proponer, y el celebrante concluye con la oración.
El número de lecturas ha variado mucho en el transcurso de los siglos.
LA ILUMINACIÓN BAUTISMAL
La luz de Cristo tan gozosamente anunciada al comienzo de la Vigilia va inundar ahora la vida de los Catecúmenos que se han preparado para el Bautismo. El signo sacramental de la iluminación que se da en el Bautismo es el agua, criatura transparente que puede dejarse penetrar por la luz.
El celebrante mientras sumerge el Cirio Pascual en el agua, la bendice y consagra pidiendo a Dios que envié el Espíritu Santo sobre ella para hacerla fecunda y así de esta agua puedan nacer los hijos de Dios.
Se termina con una breve alusión al Bautismo, mediante el cual los catecúmenos van a participar en la muerte y resurrección de Cristo; como hijos de Dios y miembros de la comunidad cristiana.
La asamblea es invitada a renovar las promesas bautismales para reavivar su compromiso y comenzar una nueva vida.
LA EUCARISTÍA
Es la culminación de la noche Pascual. El encuentro personal con el Resucitado, en la comunión, nos hace participe de su triunfo sobre la muerte y sobre el mal. Cristo ha triunfado definitivamente y quienes compartimos su muerte victoriosa, somos ya creaturas nuevas. La Pascua de Cristo es nuestra, la Pascua de la Iglesia (cfr. Rm 6,9).
   

sábado, 23 de abril de 2011

Significado del Viernes Santo

En este día celebramos la muerte de Jesús como paso necesario hacia la resurrección, este recuerdo está lleno de esperanza y de victoria. Es un día centrado en la Cruz, pero no con aire de tristeza, sino de celebración, ya que Cristo Jesús, como Sumo Sacerdote, en nombre de toda la humanidad, se ha entregado voluntariamente a la muerte para salvarnos a todos.

María representa la mujer latinoamericana: sufre, pero no pierde su fe.
Hoy no se celebra en ningún templo la Eucaristía, el acto litúrgico principal de este día es la CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR en las horas de la tarde, es un acto sencillo y silencioso durante el cual se propone a la meditación de los fieles la PASIÓN DEL SEÑOR, que es proclamada con particular solemnidad.
Las lecturas de hoy muestran la fortaleza con que Cristo afronta el dolor y la muerte. Al final se hace la oración por las necesidades materiales y espirituales de toda la humanidad.

 Después de la oración universal el sacerdote invita a venerar la cruz, representando en ella la pasión de Cristo y su amor infinito por nosotros.
Terminada la adoración de la cruz, se ora el Padre Nuestro como preparación a la comunión; como en este día no ha habido propiamente Misa, la Eucaristía que se va a distribuir en la comunión es traída del monumento, donde se había colocado, después de la celebración del jueves.

Con la comunión se concluye la celebración de hoy para dar a todos la posibilidad de unirse íntimamente al Señor que se ha entregado a la muerte para darnos su vida.
Al terminar la celebración, la cruz queda expuesta a la veneración de comunidad; dentro de la tristeza de este día brota ya la alegría por la esperanza de la resurrección.

El ejercicio del viacrucis en el viernes santo, ha sido una tradición muy sentida por el pueblo cristiano desde los comienzos de la Iglesia; las parroquias y comunidades los preparan con anticipación y participan en él con mucha fe.
Generalmente el ejercicio del viacrucis concluye con el Sermón de las Siete Palabras, que ayuda a comprender el significado que la muerte del Señor tiene para los cristianos y para el mundo entero; y estimulan a la conversión y al compromiso.

El Sermón de las Siete Palabras: es el recuerdo de la últimas palabras de Jesús en la cruz, cada una de ellas nos descubre un aspecto diferente  del misterio de la Pasión.
      1.      “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Lc 23, 34

2.      “En verdad te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Lc 23, 43

3.      “Mujer, he ahí a tu hijo. Hijo he ahí a tu madre”. Jn 19, 26-27

4.      “¿Dios mío, por qué me has abandonado?”. Mc 15, 34

5.      “Tengo sed”. Jn 19, 28

6.      “Todo está consumado”. Jn 19, 30

7.      “Padre, en tus manos entrego mi espíritu”. Lc 23, 46

En la noche del viernes santo muchas personas permanecen en oración ante el sepulcro, expresando y alimentando su fe en la resurrección, donde encontramos el verdadero sentido de la muerte.
¿Cómo vivir este día?
Hoy estamos sumergidos en el recuerdo de la muerte del Señor, mientras observamos a nuestro alrededor como hoy Jesús sigue muriendo en tantos hermanos que son victimas de nuestro egoísmo y de estructuras injustas que maltratan, o sepultan la vida. No obstante, alimentamos la certeza de que la resurrección y la vida triunfarán sobre la violencia y la muerte.

Mientras Jesús da hasta la última gota de su Sangre porque se ha solidarizado con nuestra condición de fragilidad y de pecado, nosotros miembros de su cuerpo, seguidores de su proyecto, no podemos permanecer indiferentes, tranquilos. La muerte del Señor nos saca de nuestro individualismo y nos cambia nuestro corazón de carne por un corazón sensible, humano y solidario.
¿Cómo podemos transcurrir este día tan grande, desentendidos de los sufrimientos de nuestras familias, vecinos, amigos o personas que necesitan hasta lo más elemental para vivir?

Hoy la Iglesia nos invita al ayuno como expresión de penitencia y solidaridad con la muerte del Señor. Para que nuestro ayuno sea también expresión de solidaridad con los hermanos en los cuales Cristo sigue muriendo, salgamos a su encuentro entregándoles nuestra ayuda, nuestro tiempo.
Sería lindo compartir hoy nuestra mesa con personas alguna familia necesitada o con alguien con quien queremos reanudar nuestra amistad. En los grupos o movimientos parroquiales se puede organizar una colecta de mercados para familias más necesitadas.

La participación en el tradicional viacrucis de este día, no es para nosotros una procesión cualquiera, o la presentación de un teatro religioso. Venimos al viacrucis para acompañar a Jesús, reviviendo con gratitud y amor su Pasión, descubriendo el sentido verdadero de la cruz, si sabemos llevarla con amor, para ayudar a otros y dar un poco de vida a quienes nos rodean.
En la celebración vespertina de la Pasión entreguemos al Señor los gérmenes de muerte que hay en nuestro corazón, en nuestra familia, en la comunidad y en nuestro pueblo y pidamos que lo transforme todo en semilla de vida y esperanza.

Cuando llegue el momento de la adoración de la cruz, tengamos presente que no es un leño al que besamos y ante el cual nos inclinamos, sino que la cruz bañada con la Sangre redentora es una sola cosa con Cristo y es a ÉL, que da su vida por nosotros, a quien adoramos y agradecemos.
Al comulgar unámonos a Jesús que da su vida por nosotros, comprometiéndonos a morir a nuestro egoísmo y solidarizarnos con las personas en quienes Cristo sigue muriendo hoy. Los enfermos, los pobres, los desechados por la sociedad.

miércoles, 20 de abril de 2011

Significado del Jueves Santo

Jesucristo nos regala el mandamiento del amor.
Es el día en que celebramos a Jesús que se hizo Pan entregado y Sangre derramada para darnos la vida. La CENA DEL  la celebración se repite el gesto de Jesús que lava los pies a sus discípulos para demostrarle SEÑOR en las horas de la tarde es nuestra acción de gracias por los maravillosos regalos que, antes de morir, Jesús nos deja: “La Eucaristía, el sacerdocio y el mandamiento del amor”. Dentro de como la humildad y el servicio son las expresiones más concretas del verdadero amor. Al terminar este gesto de servicio, propio de un esclavo, Jesús dice: “Ámense como yo los he amado” y así nos deja el mandamiento del amor
La Comunión sacramental de hoy tiene un significado muy particular, por conmemoración en este día la institución de la Eucaristía.

Al terminar la celebración, se hace una procesión breve para llevar el Santísimo a un lugar preparado con anticipación. Allí permanecerá toda la noche y la mañana del viernes santo a un lugar expuesto a la adoración de los fieles. Las visitas que hacemos al MONUMENTO son una expresión de nuestra fe y nuestra gratitud al Señor por su presencia en medio de nosotros.
En las catedrales de las grandes ciudades se celebra también en la mañana del jueves una misa, llamada CRISMAL. A esta Santa Misa, que es presidida por el Obispo de la diócesis, participan los sacerdotes de todas las parroquias con una delegación de sus fieles para expresar de una manera particular, la unión de la comunidad eclesial. El señor obispo consagra hoy “el óleo santo o Santo Crisma” que se utilizará en todas las parroquias para la administración de algunos sacramentos.

¿Cómo vivir este día?
Es un día cargado de calor humano, en el cual acogemos los grandes regalos que el Señor nos deja como testamento. Una jornada para reforzar los vínculos que nos unen como hermanos en la fe.
Mientras agradecemos los grandes dones del Señor: la eucaristía, el sacerdocio, el mandamiento del amor, nos regalamos mutuamente el perdón, viviendo una jornada de reconciliación y de unidad. Nos reconciliamos ante todo con las personas con quienes vivimos diariamente y a las cuales debemos mayor comprensión, respeto, confianza y ayuda.
No es necesario hacer cosas especiales o difíciles, basta abrir el corazón y realizar esos pequeños detalles de amor y de fraternidad que llegan tanto al alma y son como un bálsamo que sana las heridas.
Abundemos hoy en detalles de cariño y gratitud. Nuestro pueblo tan azotado y fracturado por la violencia, el egoísmo, la ambición necesita que hagamos circular corrientes frescas de vida y de amor sincero.
Que hoy se consoliden nuestros vínculos de comunión con el Señor y entre nosotros; que nuestra comunidad renazca en la participación y solidaridad, que en nuestras familias se reconstruya la unidad. Que la fraternidad y el compartir que vivimos como familia, grupo, comunidad, se desborde en actos concretos de solidaridad y de servicio: visitando a una persona sola, enferma, encarcelada; compartiendo con quienes estén más necesitados.
En nuestra oración personal ante el MONUMENTO alabamos y agradecemos al Señor por el precioso regalo de la Eucaristía, por las personas que nos prestan algún servicio, por los sacerdotes que nos han bautizado, que nos han perdonado en nombre del Señor, etc. Y pedimos por los sacerdotes de nuestra parroquia, que entregan su vida en servicio a la comunidad y a cada uno de nosotros.

La visita al monumento es una expresión de fe en el sacramento de la Eucaristía, por lo tanto lo hacemos con espíritu de oración, con actitud de respeto, cariño y gratitud al Señor, no simplemente por costumbre o curiosidad.
Sería lindo en este día, expresar de alguna manera nuestra gratitud al Párroco o animador espiritual del grupo o comunidad.
Los grupos o movimientos parroquiales pueden programar un encuentro comunitario, para agradecernos mutuamente la vida y el servicio que a diario compartimos.

Significado del Miércoles Santo

Mateo nos cuenta lo que ocurre entre Jesús y los suyos en la víspera de su muerte. Mt 26, 14-25. La noche ya envolvía la ciudad y los peregrinos que venían a la pascua continuaban llegando. Un aire de fiesta lo invade todo, una especie de canto de liberación. Judas guarda silencio, parece inconsciente de haber vendido a su Señor como un esclavo. Todos intuyen que ha llegado la hora y Jesús está ahí libre y decidido.

¿Cómo vivir este día?
A la traición de Judas, Jesús responde con la entrega morosa de su vida. Ahí está firme y decidido. “A mí la vida no me la quitan, yo la doy”. Es también para nosotros la hora de la decisión. ¿Con quién estamos, con Cristo o contra Cristo? La respuesta no la daremos a palabras; serán nuestros hechos, nuestra manera de vivir y de relacionarnos con los otros la única respuesta verdadera.
¿Estamos siendo causa de vida, de alegría y esperanza para los que viven más cerca de nosotros?
¿La traición, el engaño y la inconsciencia de Judas tendrá algo que decirnos?
La Confesión Sacramental de estos días es como el sello del camino de conversión que iniciamos desde la Cuaresma y expresa nuestro deseo de participar en la Pasión del Señor, muriendo a nuestra vida de egoísmo y de pecado. (Cfr. Rm 6, 1-14).

Significado del Martes Santo

El martes santo leemos en el evangelio lo que sucede en la cena de pascua que Jesús celebra con sus discípulos, Judas está presente en esta cena aunque ha traicionado a su Señor, pero guarda silencio; Jesús descubre al traidor con profundo dolor, después de ofrecerle un pan, le dice: “Judas, lo que has de hacer, hazlo pronto”, Judas sale para entregar a su Maestro. El desenlace esta próximo y Jesús lo sabe, si le van a quitar la vida es porque Él la ha entregado libremente. (Cfr. Jn. 13, 21-22)

¿Cómo vivir este día?
En este Martes Santo vemos como Jesús es traicionado por Judas y negado por Pedro, uno de sus más íntimos amigos. Es una invitación a pensar en nuestras relaciones personales con Jesús. ¿Cómo estamos respondiendo a las manifestaciones de su amor?
Esta frase del evangelio de Mateo 25, 40, puede ayudarnos a encontrar la respuesta correcta: “Lo que hacen a uno de estos más pequeños, que son mis hermanos, a mí me lo hacen”. Sí, la respuesta al amor que Dios nos tiene, está en el servicio y el amor que tengamos hacia los hermanos más necesitados. Que en este día podamos comprender a fondo esta verdad y decidirnos a vivirla.
Es también un día en el cual podemos acercarnos al sacramento de la reconciliación y a personas con quienes estamos distanciados.

Significado del Lunes Santo

Durante estos días Jesús y sus discípulos se prepararon para celebrar la pascua, fiesta principal de los judíos. Pero Jesús sabia muy bien, que eran los últimos días de su vida, pues la pascua judía se iba a convertir en la pascua de Jesús; su paso de la muerte a la vida. Por eso el evangelio de estos días habla de la intimidad de Jesús con los discípulos y la que el vive en este ultimo tiempo. Visita a sus amigos de Betania, prepara la última cena y sufre terriblemente la traición de Judas.

Lunes Santo: En este día se proclama, durante la misa el evangelio de San Juan cap. 12,1-8. Seis días antes de la pascua, Jesús llega a Betania para hacer una ultima visita a los amigos de toda la vida, y allí se anticipa el desenlace de la crisis. María unge a Jesús con el perfume Jesús es consiente de lo que esta ocurriendo y dice a Judas que protesta por el despilfarro: “déjala, pues lo tenia reservado para preparar mi entierro”. Este gesto de María es una anticipación de la sepultura de Jesús. Es la hora del amortajamiento, pero es también la hora de la esperanza, por que el que esta ahora embalsamado con perfumes, abra de ser ungido por el Espíritu, al resucitar de entre los muertos.

¿Como vivir este día?
Hoy, Lunes Santo, en nuestras familias y comunidades empezamos a crear el ambiente apropiado a la celebración del Misterio Pascual.
Es bueno preguntarnos a que punto hemos llegado en nuestro proceso de conversión, como están nuestras relaciones familiares, de grupo; como es nuestra participación en la vida de la comunidad.
La lectura y meditación del evangelio de este día nos ayudaran a alimentar los sentimientos y actitudes que requiere de nosotros la participación en estos días santos: cambio de vida, solidaridad y unidad.
Intensificamos por lo tanto nuestro espíritu de oración y de servicio y nos acercamos al sacramento de la reconciliación.

viernes, 15 de abril de 2011

Significado del Domingo de Ramos

La semana santa se inicia con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
La Santa Misa de este día es precedida por la “bendición y procesión de ramos”, con la cual recordamos la alegría y la fiesta que el pueblo sencillo organizó cuando Jesús entró en Jerusalén, reconociendo en ÉL al Mesías esperado. La comunidad cristiana vive esta celebración recordando la victoria de Jesús y proclamándolo Rey, porque al resucitar triunfalmente de la muerte, fue constituido para siempre, Señor de la vida y de la historia.
Después de la procesión de los ramos es proclamada solemnemente la Pasión del Señor, para introducirnos en el espíritu de la semana santa, y hacernos comprender como Jesús obtiene el triunfo a través del sufrimiento y de la muerte.
La celebración de hoy no solamente la finalidad de recordar un hecho histórico ya pasado, sino que nos invita a realizar una profesión de fe en que la cruz y la muerte de Cristo son en definitiva un triunfo. Por eso, escuchamos de pie con respeto y amorosa atención la proclamación de la Pasión del Señor, que nos ayuda a comprender hasta dónde llegó el amor que Dios nos tiene.
La vida triunfa por la muerte, es así como, la gloria de la resurrección, no suprime la cruz, sino que le da su verdadero sentido. El encuentro que hoy tenemos con Cristo vencedor nos invita a participar más profundamente en su Misterio Pascual durante la semana santa y nos prepara también para el encuentro definitivo con ÉL.
Los ramos que llevamos como recuerdo de este día, son un símbolo de vida y de victoria, una alegre afirmación de nuestra fe y esperanza en esa nueva creación que comenzó con la muerte y el triunfo del Señor.
Aunque nuestra mirada quede fija en el Rey Vencedor, la misa de este domingo recuerda los duros combates que le costó a Jesús su victoria.
¿Cómo vivir este tiempo?
Al recordar la explosión de alegría del pueblo de Israel que proclama como Rey al humilde Jesús de Nazareth, los cristianos hacemos una sincera profesión de fe en Jesús Hijo de Dios y hermano nuestro.
Lo aclamamos Rey y Señor de nuestras vidas, de nuestro pueblo porque ÉL nos conquistó para sí e hizo de nosotros el reino del Padre, pero mediante la fuerza y el poder, sino dando su vida por nosotros y elevándonos a la dignidad de hijos, por su resurrección.
Estos son los sentimientos que expresamos al participar en la procesión que precede la misa de hoy: digamos a Cristo que entre en nuestras vidas como Dios y Señor; que reine en nuestras familias, en nuestros grupos, en nuestra sociedad. Que nos ayude a liberarnos de otros dioses, de todo aquello que pueda dominarnos y privarnos de la dignidad de Hijos de Dios y del don precioso de la fraternidad.
Al salir del templo llevamos a nuestras familias y ambientes de trabajo la alegría y la esperanza de que la liberación que Cristo vino a traernos irá siendo una realidad hasta que el único Señor sea ÉL, y nuestra convivencia humana refleja las características del Reino, la fraternidad, la justicia, el amor y la paz.

lunes, 11 de abril de 2011

Reflexiones del Evangelio del domingo 10 de abril de 2011, último del tiempo de Cuaresma. Por, Pbto Dionisio Navarro

"...En aquel tiempo, había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo». Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba. Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea». Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?». Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él». Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle». Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará». Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él». Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con Él». Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá». Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará». Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día». Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo». Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama». Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde Él. Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí. Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto». Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?». Le responden: «Señor, ven y lo verás». Jesús se echó a llorar. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería». Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?». Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra». Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día». Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?». Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado». Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!». Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar». Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él".
                                  Juan 11, 1- 45


LA RESURRECCIÓN DE LAZARO

Todas las obras buenas que Jesús hizo están vinculadas a un hecho re-creador de Dios: que el hombre retome su imagen y pueda vivir como ser humano, dignamente, libre. Que tenga vida, la viva y la disfrute.
La obra máxima de Jesús fue cuando le devolvió la vida a un hombre llamado Lázaro. A todos los demás que había encontrado y sanado les había dado vida, pero a este que ya había muerto lo resucitó.
Este acto fue el decisivo en el ministerio de Jesús. Fue el acto de vida que provocó que la clase dirigente lo asesinara. Con ese acto Jesús declaró la guerra a los poderosos de la muerte, y la muerte reaccionó.
Lázaro era la evidencia palpable de que es posible vivir una nueva vida en esta tierra. Además muchos al verlo creían en Jesús, la vida, y se animaban a buscarla. Le costó muy caro a Jesús esta señal del reino.
Era una muestra concreta de que el reino de Dios consiste en resucitar a los hombres, enseñarles el camino de la libertad, de la justicia y de la vida.
Los sumos sacerdotes y fariseos convocan una reunión y deciden matarlo. Si se reprime la fuente de la vida, se salva la nación y el lugar santo: se elimina cualquier posibilidad de subversión.
Jesús enterado de las intenciones de las autoridades ya no andaba en público en Judea, se refugia en una ciudad llamada Efraín, junto con sus discípulos (v. 53-54). Todo aquel que llegara a saber de dónde estaba Jesús, tenía orden de comunicarlo a las autoridades para prenderlo (v. 57).
Pero no sólo querían matar a Jesús, también querían matar a Lázaro, el que había resucitado, porque muchos judíos iban a verlo y creían en que la hora de la vida había llegado con Jesús (Jn 12.9-11).
Los que querían matar a Jesús, y lo hicieron, son los anti-vida. Contra esos ha venido el reino de justicia.
Jesús le arrebató a la muerte una vida, e inmediatamente después luchó en la cruz contra la muerte, la derrotó y la abolió completamente en el momento de su resurrección. Con ÉL resucitamos todos a una nueva vida.
La vida se sobrepuso a la muerte, la libertad al cautiverio, la alegría al dolor, el pan al hambre, la esperanza a la incredulidad, la justicia a la injusticia.
Por medio de la resurrección del Mesías todos los hombres pueden resucitar, recibir la nueva vida (1 Corintios 15.22). Con la resurrección del Mesías empezamos una nueva vida (Romanos  6.4), donde no hay vendas ni sudarios que nos liguen a la muerte.
Por eso afirmamos junto con Jorge Debravo que hoy es la hora de la vida.
Hoy es día de correr, con los brazos en alto, a trabajar la tierra más feraz y más ancha y sembrar la semilla de la vida.