miércoles, 27 de abril de 2011

Significado del Domingo de Resurrección

“Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo” es el canto festivo de la comunidad cristiana en este día.
Después de la purificación de la cuaresma, la meditación y oración de los días santos y la alegría triunfal de la Vigilia Pascual, la Iglesia descansa hoy complacida en su Señor vencedor de la muerte, que la ha revestido de su gloria.
¿Cómo vivir este día?
¡El Señor resucitó aleluya! Alegrémonos y regocijémonos en ÉL. Sí, alegrémonos y contagiémonos al mundo de esperanza y alegría. Sin Cristo no hubiera resucitado, entonces nuestra fe y nuestras esperanzas no tendrían sentido; pero la última palabra sobre nuestra vida  no es ya la muerte, el dolor, es la vida, la victoria.
Las mujeres han sido las primeras testigos de la resurrección y ellas vana anunciarla a los discípulos; pero lo han encontrado, lo han visto vivo, solamente allí en la comunidad, en compañía de los demás hermanos.
Aquí está nuestro compromiso: ser testigos de la resurrección, demostrar con nuestra vida que Cristo está vivo y sigue amando y sirviendo a través de nosotros.
La comunidad es el lugar privilegiado de la presencia del Señor, pues la participación la solidaridad, el compartir fraterno es una de las más claras manifestaciones de que hemos resucitados con ÉL.
 Participando en la vida del Resucitado podemos ahora emprender un camino nuevo que se expresará sobre todo en nuestra manera de relacionarnos con Dios y con los demás. El capitulo 5 del evangelio de San Mateo y el capitulo 6 de San Lucas podrán ayudarnos a desarrollar esta vida nueva que ha inundado nuestros corazones. Los relatos de las apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos y el cambio que en ellos realiza, son el testimonio vivo de lo que debería acontecer también en nosotros, si le dejamos actuar en nuestra vida.
Todo el tiempo Pascual que inicia hoy y termina en festividad de Pentecostés, tiene esta finalidad: acompañarnos en un proceso de resurrección y vida nueva. ¡Que nuestra transformación personal despierte y promueva la vida, contribuyendo al crecimiento del Reino de Dios en nuestra sociedad. Es la tarea que nos deja la celebración de la Semana Santa!

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