sábado, 23 de abril de 2011

Significado del Viernes Santo

En este día celebramos la muerte de Jesús como paso necesario hacia la resurrección, este recuerdo está lleno de esperanza y de victoria. Es un día centrado en la Cruz, pero no con aire de tristeza, sino de celebración, ya que Cristo Jesús, como Sumo Sacerdote, en nombre de toda la humanidad, se ha entregado voluntariamente a la muerte para salvarnos a todos.

María representa la mujer latinoamericana: sufre, pero no pierde su fe.
Hoy no se celebra en ningún templo la Eucaristía, el acto litúrgico principal de este día es la CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR en las horas de la tarde, es un acto sencillo y silencioso durante el cual se propone a la meditación de los fieles la PASIÓN DEL SEÑOR, que es proclamada con particular solemnidad.
Las lecturas de hoy muestran la fortaleza con que Cristo afronta el dolor y la muerte. Al final se hace la oración por las necesidades materiales y espirituales de toda la humanidad.

 Después de la oración universal el sacerdote invita a venerar la cruz, representando en ella la pasión de Cristo y su amor infinito por nosotros.
Terminada la adoración de la cruz, se ora el Padre Nuestro como preparación a la comunión; como en este día no ha habido propiamente Misa, la Eucaristía que se va a distribuir en la comunión es traída del monumento, donde se había colocado, después de la celebración del jueves.

Con la comunión se concluye la celebración de hoy para dar a todos la posibilidad de unirse íntimamente al Señor que se ha entregado a la muerte para darnos su vida.
Al terminar la celebración, la cruz queda expuesta a la veneración de comunidad; dentro de la tristeza de este día brota ya la alegría por la esperanza de la resurrección.

El ejercicio del viacrucis en el viernes santo, ha sido una tradición muy sentida por el pueblo cristiano desde los comienzos de la Iglesia; las parroquias y comunidades los preparan con anticipación y participan en él con mucha fe.
Generalmente el ejercicio del viacrucis concluye con el Sermón de las Siete Palabras, que ayuda a comprender el significado que la muerte del Señor tiene para los cristianos y para el mundo entero; y estimulan a la conversión y al compromiso.

El Sermón de las Siete Palabras: es el recuerdo de la últimas palabras de Jesús en la cruz, cada una de ellas nos descubre un aspecto diferente  del misterio de la Pasión.
      1.      “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Lc 23, 34

2.      “En verdad te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Lc 23, 43

3.      “Mujer, he ahí a tu hijo. Hijo he ahí a tu madre”. Jn 19, 26-27

4.      “¿Dios mío, por qué me has abandonado?”. Mc 15, 34

5.      “Tengo sed”. Jn 19, 28

6.      “Todo está consumado”. Jn 19, 30

7.      “Padre, en tus manos entrego mi espíritu”. Lc 23, 46

En la noche del viernes santo muchas personas permanecen en oración ante el sepulcro, expresando y alimentando su fe en la resurrección, donde encontramos el verdadero sentido de la muerte.
¿Cómo vivir este día?
Hoy estamos sumergidos en el recuerdo de la muerte del Señor, mientras observamos a nuestro alrededor como hoy Jesús sigue muriendo en tantos hermanos que son victimas de nuestro egoísmo y de estructuras injustas que maltratan, o sepultan la vida. No obstante, alimentamos la certeza de que la resurrección y la vida triunfarán sobre la violencia y la muerte.

Mientras Jesús da hasta la última gota de su Sangre porque se ha solidarizado con nuestra condición de fragilidad y de pecado, nosotros miembros de su cuerpo, seguidores de su proyecto, no podemos permanecer indiferentes, tranquilos. La muerte del Señor nos saca de nuestro individualismo y nos cambia nuestro corazón de carne por un corazón sensible, humano y solidario.
¿Cómo podemos transcurrir este día tan grande, desentendidos de los sufrimientos de nuestras familias, vecinos, amigos o personas que necesitan hasta lo más elemental para vivir?

Hoy la Iglesia nos invita al ayuno como expresión de penitencia y solidaridad con la muerte del Señor. Para que nuestro ayuno sea también expresión de solidaridad con los hermanos en los cuales Cristo sigue muriendo, salgamos a su encuentro entregándoles nuestra ayuda, nuestro tiempo.
Sería lindo compartir hoy nuestra mesa con personas alguna familia necesitada o con alguien con quien queremos reanudar nuestra amistad. En los grupos o movimientos parroquiales se puede organizar una colecta de mercados para familias más necesitadas.

La participación en el tradicional viacrucis de este día, no es para nosotros una procesión cualquiera, o la presentación de un teatro religioso. Venimos al viacrucis para acompañar a Jesús, reviviendo con gratitud y amor su Pasión, descubriendo el sentido verdadero de la cruz, si sabemos llevarla con amor, para ayudar a otros y dar un poco de vida a quienes nos rodean.
En la celebración vespertina de la Pasión entreguemos al Señor los gérmenes de muerte que hay en nuestro corazón, en nuestra familia, en la comunidad y en nuestro pueblo y pidamos que lo transforme todo en semilla de vida y esperanza.

Cuando llegue el momento de la adoración de la cruz, tengamos presente que no es un leño al que besamos y ante el cual nos inclinamos, sino que la cruz bañada con la Sangre redentora es una sola cosa con Cristo y es a ÉL, que da su vida por nosotros, a quien adoramos y agradecemos.
Al comulgar unámonos a Jesús que da su vida por nosotros, comprometiéndonos a morir a nuestro egoísmo y solidarizarnos con las personas en quienes Cristo sigue muriendo hoy. Los enfermos, los pobres, los desechados por la sociedad.

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