lunes, 7 de octubre de 2013

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

El buen samaritano
El buen samaritano
    "...Se levantó un legista, y dijo a Jesús para ponerle a prueba: Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna? El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? Respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Díjole entonces: Bien has respondido. Haz eso y vivirás. Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: Y ¿quién es mi prójimo? Jesús respondió: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, cercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? El dijo: El que practicó la misericordia con él. Díjole Jesús: Vete y haz tú lo mismo".
                                                                                                           Lucas 10, 25-37
        Aunque la pregunta del legista era mal intencionada, sigue teniendo validez. ¿Será que hoy en día, en medio del tráfago de tantas preocupaciones y apuros, nos queda tiempo para interrogarnos acerca de la vida eterna, de lo que hay más allá de esta vida, del objeto y de la meta de nuestra existencia? Y la respuesta de Jesús es el resumen de todo lo que hay que hacer para lograr ser coherederos con Él del Reino de los cielos: "Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos". Y ¿quién es mi prójimo? Es aquel que nos incomoda interrumpiendo nuestro camino para preguntarnos una dirección; es el mendigo que nos fastidia pidiéndonos "una moneda por el amor de Dios"; es el enfermo tirado en una acera y al que solo miramos de reojo al pasar a su lado de prisa para el trabajo. Pero, sobre todo, es una actitud de hacernos prójimos (o próximos) a los que nos necesitan y a los que podemos ayudar de alguna manera. ¿Sí estamos luchando por ser herederos del Padre?
Propósito: Hoy examinaré mi actitud de aproximación a los demás
                        ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                         Lunes. Octubre 7 de 2013
J.RUIZ

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