jueves, 4 de septiembre de 2014

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

Los apóstoles, testigos y enviados de Cristo
Los apóstoles, testigos y enviados de Cristo
   "...En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a la orilla del lago Genesaret; y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Simón le respondió: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes. Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador. Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: No temas. Desde ahora serás pescador de hombres. Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron".
                                                                        Lucas 5, 1-11 
       "...pero, en tu Palabra, echaré las redes". Confianza en la Palabra del Señor y en su poder. Pedro casi no conocía a Jesús todavía. Pero no se puso a pensar: ¿Y este carpintero, qué? Él sabrá de maderas y de muebles, pero de pesca sé yo, que me he pasado la vida en el mar y entre mis redes. No. Con el respeto del hombre sencillo por la palabra del otro y por la fe y la confianza que le inspira, le dice: "...pero, en tu Palabra, echaré las redes". Y el poder inconmensurable de la Palabra de Jesús se manifiesta en la pesca grande que llenó, de manera increíble, las redes hasta entonces vacías. Creamos en la Palabra de Jesús. Él todo lo sabe y, por lo mismo, lo que dice, sabe por qué lo dice. Y confiemos en que Él sólo quiere lo mejor para cada uno de nosotros, Él no puede desearnos el mal ni quererlo para nosotros. Pero no le digamos como Pedro: Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador. Al contrario: pidámosle que no se aleje de nosotros, que le necesitamos continuamente y que sólo de su mano podremos llegar a buen puerto en el Reino del Padre. 
Propósito: Hoy, en mi lectura bíblica, seré consciente del poder de esa Palabra que estoy leyendo.
                        ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                         Jueves. Septiembre 4 de 2014
J. RUIZ

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