domingo, 21 de septiembre de 2014

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

¿Es injusto Nuestro Señor?
¿Es injusto Nuestro Señor?
    "...En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: Nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a mi viña. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos".
            Mateo 20, 1-16
       El salario que hemos de recibir, si trabajamos en la construcción del Reino de Dios, es la salvación eterna, la participación en la gloria eterna de Dios. Y será el mismo salario si fuimos llamados a la primera hora, a la tercera o a la última. Ese privilegio no podemos escogerlo nosotros: es potestad del patrón, del dueño de la construcción. Y cuál sea el salario que se nos dará, también es Él quien lo ha de señalar. A nosotros sólo nos toca aceptarlo sin envidias ni resentimientos, y, especialmente, con la alegría de saber que fuimos llamados a participar en tan magnífica obra. Y con el sentimiento de seguridad de que el Señor no puede ser injusto: sólo bondadoso, compasivo y misericordioso.
Propósito: Hoy daré gracias al Buen Dios por permitirme trabajar, con mis escasos medios, en su Reino de Justicia y Paz.
                     ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                      Domingo. Septiembre 21 de 2014
J. RUIZ

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