domingo, 14 de septiembre de 2014

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

¿Perdonar? ¿Y cómo se come eso?...
¿Perdonar? ¿Y cómo se come eso?...
   "...En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y les propuso esta parábola: el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré. Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: Paga lo que debes. Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré. Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti? Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano".
                                                                                                              Mateo 18, 21-35
       El perdón no tiene límites ni fecha de vencimiento. Así de clarito nos lo dejó Jesús, cuando Pedro, creyéndose muy generoso, le preguntó si podía perdonar las ofensas hasta siete veces. Nosotros somos deudores permanentes del Señor, no sólo por los favores recibidos continuamente, sino por las faltas con que también continuamente le estamos ofendiendo. ¿Qué tal que no nos perdonara sino siete veces?. Pero su misericordia y su capacidad de compasión son infinitas. No debemos obrar como aquel siervo intransigente e incapaz de perdonar una pequeña ofensa, cuando él mismo había sido objeto del perdón de su señor por una deuda grandísima que le era imposible pagar. Porque "¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de tí?".
Propósito: Hoy meditaré especialmente sobre el tema del perdón, porque en el mundo no habrá paz si no entendemos que para ello es necesario, no sólo perdonar, sino también pedir perdón a nuestros hermanos.
                    ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                     Domingo. Septiembre 14 de 2014
J. RUIZ

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