sábado, 24 de marzo de 2018

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA


   "...En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían: ¿Qué será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación. Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca. Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo. Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: ¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?".
                                                                                                 Juan 11, 45-56
      La misión de Jesús en la tierra era una sola: salvar a la humanidad de permanecer siempre en tinieblas.- Hasta Caifás lo entendió así cuando, por inspiración profética, dijo: "No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca". Y Él quiere que todos le ayudemos en esa tarea. Si lo vemos a Él como ejemplo, esa pasión horrenda que tuvo que padecer, esa flagelación y esa muerte crucificado a un madero, nos pueden causar terror y hacernos decir: no soy capaz, no puedo. Pero, si caemos en cuenta, si le amamos de verdad, los pequeños detalles de nuestra vida diaria, en nuestra vida ordinaria de trabajo, estudio, empleo, convivencia, podemos convertirlos en algo extraordinario para ayudarle a redimir el mundo. Sencillamente porque el amor todo lo hace grande, extraordinario. Y, además, Él nos prometió que nos ayudaría y que estaría con nosotros hasta el final de los tiempos. No hagamos nada esperando algo a cambio: pago en efectivo o fama. Sólo porque el amor a Dios nos impulsa a hacerlo. Eso hará de nuestras cosas ordinarias, algo extraordinario.
Propósito: Hoy procuraré que todo lo que haga sea en nombre de Dios y para su gloria.
                   ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                              Sábado. Marzo 24 de 2018
J. RUIZ

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