martes, 13 de marzo de 2018

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA


   "...En un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo las cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban la agitación del agua. Porque el ángel del Señor descendía de vez en cuando a la piscina, agitaba el agua y, el primero que entraba en la piscina, después de que el agua se agitaba, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Al verlo ahí tendido, y sabiendo que llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: ¿Quieres curarte? Le respondió el enfermo: Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y anda. Y al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Aquel día era sábado, por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: No te es lícito cargar tu camilla. Pero él contestó: El que me curó me dijo: Toma tu camilla y anda. Ellos le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu camilla y anda?. Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor. Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado".                                                                                                                                    Juan 5, 1-16

      Cuando Jesús pregunta al paralítico "¿quieres curarte?", le está devolviendo su dignidad y su libertad antes de sanarlo.- Él, bien pudiera hacerlo solo. Incluso es Él, el médico, quien va a buscar al paciente. Pero quiere respetar nuestra voluntad, nuestra libertad, que seamos nosotros los que manifestemos si queremos o no, ser curados. Y ¿quién no querría serlo? Ejerzamos esa libertad, "llevamos treinta y ocho años enfermos", pidámosle nuestra salud del cuerpo y del alma con la fe en que eso es lo que Él quiere y nuestras peticiones serán oídas. Y después, agradecidos, habremos de salir, como aquel hombre, "a contar a todos que el que nos ha curado, es Jesús".
Propósito: Hoy pediré al Señor que me cure de todo lo que, en alguna forma, me aleje de su amor y compañía.
                       ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                  Martes. Marzo 13 de 2018
J. RUIZ

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