martes, 10 de mayo de 2016

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

"Por ellos ruego, por los que Tú me has dado"    "...Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado. Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros".
                                                                    Juan 17, 1-11
       ¡Jesús orando al Padre, rogando por nosotros! ¿Qué más podemos pedir? "Cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros". Uno, unidad. Es lo que necesita la Iglesia de hoy de manera muy especial ahora cuando el Papa Francisco, un don que el Espíritu Santo ha enviado a su Iglesia, ha puesto todo su empeño en hacer realidad todas las proyecciones del Concilio Vaticano II, y que por más de 50 años han sido adormecidas en los conciliábulos de las altas jerarquías que han sentido tocados de alguna manera sus personales intereses, sin tener en cuenta que las enseñanzas de Jesús van dirigidas a toda la humanidad, sin exclusión de ninguna clase. Es verdad que la obediencia a esas jerarquías es indispensable para lograr esa unidad, esa comunión de los cristianos; pero ellos deben entender que la Misericordia, rostro visible del Dios invisible, es mayor que la justicia, y que la Ley fue hecha para servir al hombre y no al contrario. Que todo sea para mayor gloria de Dios.
Propósito: Hoy haré una oración al Padre para que la lucha del Papa Francisco no sea estéril y para que sus intenciones no sean tergiversadas causándole mayores males a la Iglesia.
                 ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                        Martes. Mayo 10 de 2016
J. RUIZ

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