jueves, 17 de abril de 2014

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

Lavatorio de los pies
Lavatorio de los pies
   "... Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. Llega a Simón Pedro; éste le dice: Señor, ¿tú lavarme a mí los pies? Jesús le respondió: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde. Le dice Pedro: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavo, no tienes parte conmigo. Le dice Simón Pedro: Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza. Jesús le dice: El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos. Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: No estáis limpios todos. Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro  y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros".
                                                                                                              Juan 13, 1-15
       Amor, humildad, servicio. Esto es lo que conmemoramos hoy acerca de la Pasión del Señor. El amor de quien decide libremente entregarse hasta el extremo por nosotros y, luego, inventarse un modo de permanecer hasta el final de los tiempos a nuestro lado: la Eucaristía. La humildad de quien debiendo ser servido se hace servidor de todos, buenos y malos, justos e injustos, al lavar los pies de sus acompañantes, Judas entre ellos. Que el pequeño se incline ante el grande, no es propiamente humildad, sino reconocimiento de una realidad. Pero que el grande se humille ante el pequeño, como lo hizo Jesús, eso sí es real y verdadera humildad. Y que quiera servir por igual a todos, sin importar quiénes sean, ni si pueden o no retribuir ese servicio, es el amor mismo en acción, es caridad. Y, al final: "Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros".
Propósito: Hoy leeré nuevamente este relato para tratar de entender el misterio de ese amor sin límites.
                        ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                         Jueves. Abril 17 de 2014
J. RUIZ

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