domingo, 13 de abril de 2014

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

Sus llagas nos han curado
Sus llagas nos han curado
    "...Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: ¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré? Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua? El les dijo: Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos. Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará. Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? El respondió: El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido! Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: ¿Soy yo acaso, Rabbí? Dícele: Sí, tú lo has dicho. Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos".
                 Mateo 26, 14-27, 66
       En la entrada de la Semana Santa nos coloca, la Iglesia, en la lectura de la Pasión según Mateo, frente a dos hechos aparentemente opuestos en la vida de Jesús: el triunfo, la victoria, que sería su entrada a Jerusalén entre los vivas y las aclamaciones de la multitud, entre quienes estaban también sus discípulos, que creían que comenzaba a manifestarse la llegada del Reino de Dios, como ellos aun la entendían: con poder, gloria y majestad que los libraría del yugo del imperio romano. Y, por otro lado, la pasión y torturas que terminarían con la también aparente derrota en la Cruz ignominiosa. Y es precisamente para mostrarnos y para, por contraste, hacernos caer en cuenta de cuál es la verdadera victoria de Jesús: no es en el momento de su entrada entre vítores y aclamaciones de júbilo, sino con su muerte entre denuestos en la cima del Calvario, cuando vence al enemigo, al mal que nos ha tenido esclavizados por el pecado, dando así cumplimiento a la promesa del Señor a Abraham, y anunciada por los profetas. Porque Jesús no se hizo servidor nuestro sólo por humildad, sino para enseñarnos que el poder terrenal, déspota y excluyente, es una injusticia que no podemos aceptar.
Propósito: Hoy Leeré toda la Pasión y muerte del Evangelio de San Mateo, tratando de comprender la injusticia que hay en el poder despótico.
                   ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                    Domingo. Abril 13 de 2014

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