sábado, 22 de septiembre de 2018

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA


   "...En aquel tiempo, mucha gente se había reunido alrededor de Jesús, y al ir pasando por los pueblos, otros más se le unían. Entonces les dijo esta parábola: Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron el ciento por uno. Dicho esto, exclamó: ¡El que tenga oídos para oír, que oiga!. Entonces le preguntaron los discípulos: ¿Qué significa esta parábola?. Y él les respondió: A ustedes se les ha concedido conocer claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás, sólo en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan. La parábola significa esto: la semilla es la palabra de Dios. Lo que cayó en el camino representa a los que escuchan la palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para que no crean ni se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso representa a los que, al escuchar la palabra, la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba, fallan. Lo que cayó entre espinos representa a los que escuchan la palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia".
                                                          Lucas 8, 4-15

      "Tierramala", no es el calvo. En la vida espiritual es aquel en cuyo corazón la Palabra de Dios,que es la semilla, no pega.- Y no pega porque cae en donde no debe: en las orillas, entre malezas, entre pedregales, en donde no le da el sol, en donde no recibe agua, en fin, en tantos lugares en donde le es imposible germinar, y, si lo hace, le es imposible desarrollarse y dar frutos. Tengamos pues, cuidado, como buenos hortelanos, con la tierra que hemos de preparar para recibir la buena semilla de la Palabra: oración perseverante con fe y humildad, frecuencia de los sacramentos, pero, sobre todo, disposición de amar y servir a Dios y, por su amor, a los demás. El fruto será entonces sano y abundante para gloria de Dios bien de nuestras almas.
Propósito: Hoy procuraré abonar y regar mi huerto espiritual.
                              ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                 Sábado. Septiembre 22 de 2018
J. RUIZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario