viernes, 1 de junio de 2018

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA


   "...Jesús llegó a Jerusalén y fue al Templo; después de observarlo todo, como ya era tarde, salió con los Doce hacia Betania. Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. Al divisar de lejos una higuera cubierta de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no era la época de los higos. Dirigiéndose a la higuera, le dijo: Que nadie más coma de tus frutos. Y sus discípulos lo oyeron.Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el Templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas, y prohibió que transportaran cargas por el Templo. Y les enseñaba: ¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones. Cuando se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban la forma de matarlo, porque le tenían miedo, ya que todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza. Al caer la tarde, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la higuera se había secado de raíz. Pedro, acordándose, dijo a Jesús: Maestro, la higuera que has maldecido se ha secado. Jesús respondió: Tengan fe en Dios. Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: Retírate de ahí y arrójate al mar, sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá. Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán. Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas. Pero si no perdonan, tampoco el Padre que está en el cielo los perdonará a ustedes".                                                                                                                                    Marcos, 11, 11-26                                                                                             Orar, después de pedir y de conceder perdón por las ofensas, es una maravillosa manera de vivir produciendo frutos para la gloria de Dios.- Eso es una vida de fe y confianza verdaderas en el amor infinito y misericordioso del Padre, que sólo quiere el bien para nosotros, sus hijos y criaturas suyas. Es una lectura del pasaje evangélico de hoy que debemos procurar incorporar a nuestra vida diaria. Perdonar a quien nos ofende, pedir perdón a quien ofendamos, procurar producir frutos (no ser higueras estériles) para gloria de Dios y plena confianza en Él, nos permiten acercarnos en la intimidad de la oración con la seguridad de que seremos escuchados, en su hora y de la manera más conveniente.                                                                                                             Propósito: Hoy procuraré hacer mis oraciones de manera más consciente y confiada.                                     ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !                                                                                                 Viernes. Junio 1 de 2018                                                         J. RUIZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario