miércoles, 12 de abril de 2017

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

   "...Entonces uno de los Doce, que se llamaba Judas Iscariote, se presentó a los jefes de los sacerdotes y les dijo:  ¿Cuánto me darán si se lo entrego? Ellos prometieron darle treinta monedas de plata. Y a partir de ese momento, Judas andaba buscando una oportunidad para entregárselo. El primer día de la Fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron:  ¿Dónde quieres que preparemos la comida de la Pascua? Jesús contestó: Vayan a la ciudad, a casa de tal hombre, y díganle: El Maestro te manda decir: Mi hora se acerca y quiero celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa. Los discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Llegada la tarde, Jesús se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, les dijo: En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar. Se sintieron profundamente afligidos, y uno a uno comenzaron a preguntarle:  ¿Seré yo, Señor? El contestó: El que me va a entregar es uno de los que mojan su pan conmigo en el plato. El Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no haber nacido! Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también:  ¿Seré yo acaso, Maestro? Jesús respondió: Tú lo has dicho."
                                                                                                        Mateo 26, 14-25
       Somos malos negociantes: tasamos el máximo bien en treinta míseras monedas de plata.- Y lo hacemos a cada rato: cada que preferimos un poco más de bienestar para nosotros, en lugar de buscarlo para los más necesitados de él; cuando no nos importa el hambre que puedan tener los lázaros de todos los tiempos, con tal de poder nosotros saciar nuestros apetitos de gula y de lujuria; cuando no nos damos cuenta de los desplazados que llegan a nuestra puerta buscando un poco de arraigo en otra parte; cuando somos insensibles ante el maltrato de que son víctimas los niños y las mujeres...y en tantos otros casos en los que nos dejamos guiar por las apariencias de los abalorios que nos ofrece el mundo del egoismo, del individualismo y del confort en que vivimos, sin recapacitar para nada en que realmente no tienen ningún valor más allá de sus efímeras apariencias. Estamos entregando lo que verdaderamente tiene valor, a cambio de nada. Pensemos, en estos días santos, en el amor sin límites que llevó a Jesús hasta más allá de la vida y en que la mejor manera de tratar de retribuir un poco de él, es sirviendo a los más necesitados incondicionalmente y por amor a Él, pues siempre han sido sus preferidos. Intentémoslo, es tiempo de conversión.
Propósito: Hoy me preguntaré y responderé honestamente: "¿Seré yo, Maestro?".
                        ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                            Miércoles. Abril 12 de 2017
J. RUIZ

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