domingo, 4 de octubre de 2015

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

 
 
"Lo que Dios unió, no lo separe el hombre"   "...En aquel tiempo se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban a Jesús: ¿Puede el marido repudiar a la mujer?. El les respondió: ¿Qué os prescribió Moisés? Ellos le dijeron: Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla. Jesús les dijo: Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre. Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. El les dijo: Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio. Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él. Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos".
                                                             Marcos 10, 2-16
       Tema candente el del divorcio del matrimonio católico, ante el mandato perentorio desde el principio de los tiempos, cuando el hombre y la mujer fueron creados y fueron organizados para vivir siendo "los dos una sola carne": "Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre". Si esto es verdad, también lo es que Dios es, primero que todo, Amor, Perdón y Misericordia. Debemos contemplar la situación del matrimonio, no solamente desde una perspectiva: la del amor que se acabó. Si queremos considerar el matrimonio como debe ser, tenemos que entender lo que significa el amor en su totalidad, no sólo como la firma de un contrato de bienes y servicios. Pensemos lo que significa renunciar, unirse y llegar a ser. Para llegar a "ser los dos una sola carne" hay que renunciar a todo lo que, de alguna manera se opone a ello; hay que unirse a todo lo, en cualquier forma, lo cohesiona; y hay que saber "llegar a ser", a devenir en una unidad nueva, la célula que debe ser una familia, que, a su vez, es la base de la sociedad, que, hoy, está siendo atacada desde todos los flancos por el egoísmo individualista que nos impide ver el abismo al que nos estamos acercando, si Dios no nos tiende su mano misericordiosa. Sólo el amor a Dios y a los demás podrá impedirlo.
Propósito: Hoy pediré al Señor la luz y la fuerza del Espíritu Santo para poder comprender y vivir la dimensión del matrimonio en todo el esplendor de su grandeza.
                 ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                  Domingo. Octubre 4 de 2015
J. RUIZ

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