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En el Templo con la profetisa Ana |
"...En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño, se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel. Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él".
Lucas 2, 36-40
La profetisa Ana debió ser una de aquellas Vírgenes Prudentes de las que Jesús nos hablaría en alguna de sus parábolas: "no se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones". Por eso cuando Él, el esposo, vino la encontró vigilante y con aceite en su lámpara, lista para seguirle a la fiesta de bodas, "dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel". Fue el premio a su paciente espera de años y años en la oración y el servicio al Señor y a los demás. Tomémosla como nuestro modelo y recordémosla cuando nos impacientemos porque creemos que Dios no nos escucha porque no nos concede lo que le pedimos cuando se lo pedimos.
Propósito: Hoy trataré de ejercitar mi paciencia y mi perseverancia.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Lunes. Diciembre 30 de 2013
J. RUIZ
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