sábado, 23 de septiembre de 2017

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

   "...En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente, y viniendo a él de todas las ciudades, dijo en parábola: Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al sembrar, una parte cayó al borde del camino, fue pisada, y las aves del cielo se la comieron; otra cayó sobre terreno pedregoso, y después de brotar, se secó, por no tener humedad; otra cayó en medio de abrojos, y creciendo con ella los abrojos, la ahogaron. Y otra cayó en tierra buena, y creciendo dio fruto centuplicado. Dicho esto, exclamó: El que tenga oídos para oír, que oiga. Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola, y él dijo: A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás sólo en parábolas, para que viendo, no vean y, oyendo, no entiendan. La parábola quiere decir esto: La simiente es la Palabra de Dios. Los del borde del camino, son los que han oído; después viene el diablo y se lleva de su corazón la Palabra, no sea que crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, la reciben con alegría; pero éstos no tienen raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba desisten. Lo que cayó entre los abrojos, son los que han oído, pero a lo largo de su caminar son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a madurez. Lo que en buena tierra, son los que, después de haber oído, conservan la Palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia".
                         Lucas 8, 4-15
       El tiempo de la siembra siempre es, para el campesino,un tiempo de riesgos y esperanzas.- Intensos trabajos: preparar el terreno, limpiarlo, ararlo, arriesgar la semilla con la que podría solucionar muchos días de alimento, abonar y cuidar las nuevas plantas, y todo esto sin tener la certeza de que habrá una buena cosecha, pues son tantos los factores que podrían estropearla. Talvez no caiga en parte abonada y húmeda sino sobre pedregales que no la dejen germinar; talvez caiga al borde del camino y los caminantes la pisen y se dañe, o las aves la coman antes de que pueda germinar; o quizá caiga entre malezas que la ahoguen y no la dejen crecer y desarrollarse. Y Jesús compara esta situación con la siembra de la semilla que sería su Palabra, la Buena Semilla, en busca de buena tierra, que serían nuestros corazones. Pero, como en el campo, puede haber muchos corazones convertidos en eriales desérticos que no tendrán la humedad necesaria para que germine; habrá muchas preocupaciones y correndillas que ahogarán la planta en crecimiento hasta ahogarla e impedir que fructifique. Pero de pronto también habrá corazones tierra-buena que absorberán la Palabra y la sacarán adelante con la oración como abono, hasta hacerla frutecer y rendir al ciento por uno. Que nuestros corazones sean esa tierra fértil siempre bien dispuesta a rendir al máximo, debe ser nuestro deseo y nuestra lucha.
Propósito: Hoy trataré de sacar mis arideces y abonarlas y regarlas lo mejor posible, para que se vuelvan tierra fértil y dé buen rendimiento para la Palabra, semilla de vida eterna.
                   ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                Sábado. Septiembre 23 de 2017 
J. RUIZ 

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