lunes, 3 de octubre de 2016

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

   "...Se levantó un legista, y dijo para poner a prueba a Jesús: Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna? El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? Respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Díjole entonces: Bien has respondido. Haz eso y vivirás. Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: Y ¿quién es mi prójimo? Jesús respondió: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, cercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? El dijo: El que practicó la misericordia con él. Díjole Jesús: Vete y haz tú lo mismo".
                                                                                    Lucas 10, 25-37
       "¿Quién es mi prójimo?". Todo aquel que me necesite y a quien yo pueda ayudar. Jesús hablaba clarito, clarito. Y en esta ocasión pone el ejemplo de un hombre (no dice quién ni de dónde era: un hombre cualquiera) al que unos bandidos atacan, hieren, maltratan y roban, dejándolo medio muerto, tirado a la vera del camino. Hoy ese hombre también podría ser cualquiera para cada uno de nosotros: el mendigo que pide una limosna de puerta en puerta, el desplazado por los poderes del estado o de los violentos, el encarcelado por no estar de acuerdo con el poderoso, el excluído porque tiene un color de piel distinto, la viuda que no tiene quién responda por ella, el anciano abandonado por un hijo que no piensa que también él envejecerá. En fin, todo aquel que, por cualquier motivo, queda tirado a la orilla del camino y por el que nosotros podemos, seguramente, hacer cualquier cosa. Solo falta que lo veamos, para no "pasar de largo dando un rodeo". Y para eso hay que "ver" con el corazón. Y la respuesta a esta situación, como tan bien nos lo enseñó el samaritano, no puede ser otra que la misericordia. Vamos "y hagamos nosotros lo mismo".
 Propósito: Hoy procuraré "ver" e identificar a tanto "prójimo" como hay en mi camino para tratar de aprender misericordia.
                  ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                        Lunes. Octubre 3 de 2016
J. RUIZ

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