"Misericordia quiero, y no sacrificio" "...En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el reino de los cielos. Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar del castigo. Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro de que no saldrás de ahí hasta que hayas pagado el último centavo".
"Nada nos asemeja más a Dios que el estar siempre dispuestos a perdonar", decía San Juan Crisóstomo. Y Jesús nos dice que la ofrenda y la oración, si no están acompañadas de la disposición a perdonar y a pedir perdón por las posibles ofensas, no cumplen su cometido completo. Si el corazón está lleno de rencor no hay lugar en él para el amor, la compasión y la misericordia, que deben ser distintivo de los que hemos escogido seguir a Jesús, el Maestro de la Misericordia. La oración y demás prácticas piadosas pueden muy bien servirnos para lograr la gracia de ser capaces de perdonar y así acercarnos más al ideal que Dios quiere de nosotros.
Propósito: Hoy, y por el resto de mi vida, no quiero tener rencor alguno contra nadie en mi corazón. Me he convencido de que esto es un veneno para el alma.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
J. RUIZ
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