lunes, 6 de octubre de 2014

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

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              "...En aquel tiempo se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella? El letrado contestó: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo El le dijo: Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida. Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Jesús le dijo: Un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó en una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: Cuida de él, y lo que gastes de más, yo te lo pagaré a la vuelta. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos? El letrado contestó: El que practicó la misericordia con él. Díjole Jesús: Anda, haz tu lo mismo".                                                                                                                    Lucas 10, 25-37                                                                               A pesar de tanta maldad, de tanta injusticia, de tantos tratos aberrantes que vemos que ocurren a diario contra los más débiles, pobres y excluidos de la sociedad, también conocemos y hemos conocido en todas las épocas y en todas partes, personas que han sido verdaderamente "prójimos" de los más necesitados. Y hay y ha habido muchas más cuyos nombres no conocemos. Esas personas deben ser para nosotros un estímulo permanente para creer que sí se puede; para creer todavía en la esperanza; y para afianzarnos en la seguridad que el mismo Jesús nos dio: "Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos". Reconozcamos a nuestro prójimo: es aquel que tenga alguna necesidad y al que nosotros podamos ayudar, y..."hagamos lo mismo" que el buen samaritano.                                                                            Propósito: Hoy recordaré, para ver de ponerla en práctica, la parábola del Buen samaritano.                                                                                      ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !                                                                            Lunes. Octubre 6 de 2014

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