domingo, 12 de octubre de 2014

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

¡Se casa el hijo del Rey!
¡Se casa el hijo del Rey!
   "...Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda. Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda? Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos".
                               Mateo 22, 1-14
       El Padre nos invita a la boda de su Hijo, pero no nos obliga a ir. Por eso algunos prefieren irse a supervisar sus trabajos, a cerrar algún trato pendiente, a vigilar sus animales y sus campos. Pero tampoco va a soportar que algunos, en una actitud abiertamente desagradecida, agresiva y violenta, tomen a sus mensajeros, los maltraten y hasta los maten. A esos los castigará y arrasará hasta con su ciudad. Entonces manda invitar a todos los que se encuentren por las calles y los caminos cercanos, a los desconocidos, a veces, más dignos que sus amigos, de estar en su fiesta. Únicamente espera de ellos que se presenten con traje apropiado para la ocasión. Todos, de una u otra manera, hemos sido invitados a ese banquete, sin tener en cuenta si somos ricos o pobres, si pertenecemos o no a la alta sociedad, si somos blancos, negros o amarillos. Mostremos nuestro agradecimiento al Padre que, gratuitamente, nos invita, asistiendo a su fiesta con el traje de su gracia y amistad, limpio y en las mejores condiciones. Y disfrutemos con alegría de ese compartir en comunión con toda la humanidad.
Propósito: Hoy revisaré las invitaciones que, con toda seguridad, me han sido hechas de parte del Padre Bueno, y veré de aceptarlas de la mejor manera que me sea posible.
               ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                Domingo. Octubre 12 de 2014
J. RUIZ

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