domingo, 1 de septiembre de 2013

REFLEXIONEMOS


AUNQUE NO SEA RENTABLE
                                                                                                 José Antonio Pagola

Dichoso tú porque no pueden pagarte

 La tierra pertenece a todos sus habitantes, pero no todos pueden disfrutar de ella. No es la «Humanidad» quien tiene los bienes de la creación en sus manos, sino unos pocos que los acaparan para su exclusivo interés. No es necesario aportar muchas cifras. Basta un dato estremecedor. Cada día mueren de hambre en el mundo unas 30.000 personas. Mientras nosotros disfrutamos de las vacaciones, han muerto en agosto cerca de un millón.

Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tantos cauces de comunicación, pero nunca hemos tenido tantos pobres y tanta hambre en el mundo. Somos la primera generación en la historia de la Humanidad que tiene capacidad y medios para acabar con el hambre, pero a la que falta la voluntad para hacerlo. Podemos, pero no queremos.

Hasta la década de los ochenta, el hambre era atribuido a catástrofes climáticas, crecimiento demográfico o retraso en las técnicas agrícolas. Hoy no es así. La causa del hambre es la injusticia e insolidaridad que existe entre los hombres. No hay falta de alimentos. El hambre se debe a que hay pueblos y colectivos que no tienen acceso a ellos porque nadie les ayuda a producirlos o adquirirlos.

Los países ricos no encuentran rentable invertir en los países pobres del Sur. Las grandes multinacionales buscan su propio interés. Después de tantas declaraciones y programas, la verdad cruda es ésta: la transferencia neta de recursos es de unos 500.000 millones de dólares al año, pero del Sur al Norte. (No se trata de una errata: los recursos se desplazan del hemisferio empobrecido al hemisferio rico).

Mientras tanto, van desapareciendo de nuestro lenguaje conceptos como «bien común» o «función social de los bienes». Incluso, el concepto de «necesidad» es sustituido por el de «demanda». Al Mercado no le interesan las necesidades de los pobres, sino las demandas de quienes tienen «poder adquisitivo»

El Evangelio es una llamada a cambiar de rumbo. Hay que «invitar a nuestro banquete al pobre que no nos podrá pagar». Hay que buscar el bien de quien sufre aunque no sea rentable para nuestro bienestar egoísta. Esto es lo que salva y libera al ser humano.

Bajado por: J. RUIZ


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