sábado, 8 de junio de 2013

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

Corazón inmaculado de María
    "...
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando. El les dijo: Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón". 
                                                                                                      Lucas 2, 41-51
       Ayer la Iglesia ponía a nuestra consideración la fuente inagotable del Amor: el Sagrado Corazón de Jesús. Y hoy, quiere mostrarnos ese otro pozo sin fondo del que no brotan sino humildad, compasión y amor: el Corazón Inmaculado de María. Y nos lo enseña en uno de los momentos más dolorosos: cuando está encogido de temor porque cree haber perdido a Jesús. Aunque se repone cuando sabe que Él estaba en la Casa de su Padre, ocupándose de sus cosas. Pero cuando nosotros, que también somos sus hijos, por recomendación expresa de Jesús en el Calvario en su Hora Suprema, nos soltamos de su mano protectora y nos extraviamos por los caminos embusteros y azarosos del mundo, también ella sufre y su corazón otra vez se encoge por el temor de perdernos. No dejemos, pues, a María. Tomémonos fuertemente de su mano para que nada pueda apartarnos de ella, ya que allí, en su corazón, encontraremos el amor y la sabiduría que nos guiarán hasta Jesús, sin peligro de extraviarnos.
Propósito: Hoy renovaré mi promesa del rezo diario del Santo Rosario a la Santísima Virgen para que guíe siempre mis pasos por el camino recto al Reino de Dios.
                      ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                      Sábado. Junio 8 de 2013
J. RUIZ

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