miércoles, 25 de mayo de 2011

UNA MUJER PROFETICA Y LIBERADORA

María, se revela en el magnifica como una mujer que conoce perfectamente el proyecto de Dios sobre el hombre, y también ha contemplado la realidad de opresión y de injusticia opuesta totalmente a ese proyecto de amor.

María sabe que su Hijo viene para liberar al hombre de todo mal, para anunciar un orden nuevo, una nueva justicia, una nueva alianza, una nueva manera de vivir; y que ante todo trae una buena noticia para los pobres. Ella, como mujer profética, se adelanta al anuncio de Jesús y en su canto de alabanza proclama que Dios no está a favor de los poderosos, sino de los humildes y oprimidos.

“La Iglesia acudiendo al corazón de María, a la profundidad de su fe, expresada en las palabras del Magnifica, renueva cada vez mejor en sí la conciencia de que no se puede separar la verdad sobre el Dios que salva, sobre Dios que es fuente de todo don, de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que cantado en el magnifica, se encuentra luego expresado en las palabras y obrar de Jesús”. 

“Se trata de temas y problemas orgánicamente relacionados con el sentido cristiano de la libertad y de la liberación. Dependiendo totalmente de Dios y plenamente orientada hacia ÉL, por el empuje de su fe, María, al lado de su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos”. (R.M.37)

La actitud de María nos revela, que entrar en relación con Dios nos hace libres, nos vacía de nosotros mismos para ponernos al servicio de su plan de salvación. Ella se siente escogida de entre los humildes para ser madre y profeta al mismo tiempo. Por eso no sólo  levantó su voz para denunciar y anunciar, sino que comprometió toda su persona y su vida en la misión liberadora de su Hijo.

Pero ella nos anima en nuestro proceso de liberación.
Aunque los creyentes muchas veces hemos separado esa verdad del Dios que salva, del Dios Padre que tiene predilección por sus hijos más pobres y pequeños. En María esta verdad aparece muy clara cuando dice: A los hambrientos llenó de bienes y a los ricos despidió vacíos. Así nosotros hemos de tener presente que no podemos separar fe y justicia, religión y vida; sino que nuestra fe nos debe impulsar a trabajar constantemente para combatir la miseria y el mal que bajo diversas formas nos esclaviza. De este modo se manifestará la fuerza de Dios en nuestra debilidad y en nuestra historia, su salvación pasará por nosotros como pasó por Israel y por María.

“El Magnifica es el espejo del alma de María. En ese poema logra su culminación la espiritualidad de los pobres de Yavhé en el profetismo de la Antigua Alianza. Es el cántico que anuncia en el nuevo evangelio de Cristo; es el preludio del sermón de la montaña. Allí maría se nos manifiesta vacía de sí misma y poniendo toda su confianza en la misericordia del Padre. En el magnifica se manifiesta como modelo para quienes no aceptan pasivamente las circunstancias adversas a la vida personal y social, ni son víctimas de la alienación, como hoy se dice, sino que proclama con ella que Dios ensalza a los humildes y, si es el caso, derriba a los potentados de sus tronos”. (Puebla 297)

Esta mujer pequeña y libre, apoyada en su Dios, es portadora de alegría y de esperanza para todos, pero principalmente para los que sufren. Ellos, recobrando su dignidad de hijos serán dichosos y portadores de alegría.


¿Qué podemos hacer nosotros? ¿A qué nos anima María?

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