miércoles, 18 de mayo de 2011

La Perfecta Alegría

Hace algunos años leí sobre la perfecta alegría. Lo había escrito alguien a quien admiro y amo mucho: San Francisco de Asís. Hoy han pasado casi 15 años de la primera vez que leí sobre aquello. He vivido, he gozado, he sufrido y he muerto en mil momentos; he conocido lo real y lo irreal, la sonrisa y la lagrima, el bienestar y el dolor más punzante, la compañía y la soledad, el murmullo y el silencio, el frio y el calor, el triunfo y la derrota, y cada día comienzo de nuevo, deseando aprender todo lo que pueda aprender. Sin embargo, hay veces que me alejo de la perfecta alegría y la busco incansablemente. Pues solo de la perfecta paz nace la perfecta alegría. Leyendo a Francisco y reflexionando sobre lo vivido en estos últimos años me alegré, volví ha sentir en mi interior la llama de los guerreros espirituales. 

Comprendí al fin que la perfecta alegría no reside en saber el idioma de los ángeles, o en caminar por el mar, tampoco está en curar ni en predicar en lenguas, tampoco se halla en poder realizar cualquier tipo de milagros. La perfecta alegría reside en vaciarse del propio ego.
Cuando estoy completamente vacío no hay obstáculo para que el todo me llene. El todo es la esencia, el amor, y solo el amor da la paz absoluta que genera la perfecta alegría. Cuando no me busco no conozco el dolor; en cambio, cuando me busco a mi mismo en forma egoísta, es inevitable que me encuentre con él. 

Cuando me paseo hasta el punto de no querer nada para mí, soy verdaderamente libre, colocándome más allá de toda dualidad como lo es el gozo y el dolor, la vida y la muerte.
En ese punto logro unificarme con el poder y entonces vida y muerte son parte de uno. Y allí, en esa paz fresquísima me encuentro en la perfecta alegría. Pues ya estoy más allá de lo circunstancial y me da igual mendigo o rey, rico o pobre, negro o blanco.
El vacío interior genera nuestra verdadera forma esencial. Gracias, Hermano Francisco, por haberme  animado a ser tú mismo y habérmelo enseñado a mí; gracias por tu fresca sonrrisa.  

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