domingo, 8 de mayo de 2011

La nueva imagen de María

La nueva imagen de María, que la Iglesia nos presenta a partir del Concilio, es la de una mujer más real, más cercana y humana, que sufrió y trabajó, que vivió la condición del pobre, que conoció la huida y el exilio, que sabe lo que nos cuesta la vida cada día; que fue avanzando por el camino de la fe como cualquiera de nosotros entre luces y oscuridades en medio de las dificultades de la vida.

Que tuvo que preguntar a su Hijo: “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”, y aunque no entendió su respuesta acogió sus palabras en el silencio de su corazón. Esta es  María la del evangelio, con la que podemos encontrarnos hoy en nuestro peregrinar por la vida.

María es la educadora de nuestra fe, porque sin tenerlo todo claro creyó contra toda esperanza y se dejó conducir por el Dios que guía a los hombres y a la historia. Es la que puede abrir nuestro corazón al evangelio y hacer que nos penetre; porque ella acogió en su seno a Jesucristo que es el mismo evangelio, fue portadora de ÉL,  lo dio a luz a la humanidad y se hizo “oyente” y seguidora hasta el fin.

Su peregrinación culminó en el día de su Asunción a los cielos en el gran encuentro con su Hijo. Ella acompaña el peregrinar de la Iglesia y de los hombres desde de aquella mañana de Pentecostés nos sigue reuniendo como comunidad de fe en torno al Espíritu de Jesús que oriente nuestro caminar en la esperanza.

“Mientras que peregrinamos, María será la Madre educadora de la fe (L.G63) cuida de que el evangelio nos penetre, conforme nuestra vida diaria y produzca frutos de santidad. Ella tiene que ser cada vez más la pedagoga del evangelio en América Latina”. (Puebla 290)
María camina con nosotros porque es de nuestra naturaleza y condición porque es peregrina que sabe de caminos. Ella acompaña a este continente en sus luchas y esperanzas, a los que se esfuerzan por hacer de este mundo una gran mesa en la que se sienten todos y todas, una gran familia de hermanos, una gran fiesta de solidaridad donde se compartan abundantemente los bienes del Reino de Dios: el amor, la justicia, la paz; y el gran abrazo de todos y todas con el Padre y de nosotras y nosotros como hermanos y hermanas.

Tomado de “QUIEN ES MARIA” de la Hna. Consuelo Lorenzo G.

 Reflexionemos:
¿Qué nos ha sugerido esta reflexión sobre María para nuestra vida personal? 
¿Para nuestra vida familiar? 
¿Para nuestra vida en comunidad?

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