domingo, 11 de septiembre de 2016

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

    "...En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos. Entonces les dijo esta parábola. Dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros. Y, levantándose, partió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus siervos: Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado. Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado! Pero él le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."
                                                                                                      Lucas 15, 1-3.11-32
       "Me levantaré e iré a mi Padre". ¡Quién lo creyera: Dios tiene dos debilidades! La primera es el amor inmenso que siente por nosotros. Y la segunda, consecuencia de la primera, es la mala memoria que le hace olvidarse de todas nuestras infidelidades, de todas nuestras iniquidades. Y eso, ese modo de ser del Padre, es la Misericordia, tan proclamada en este año que está ya a punto de cerrarse. Y, si nosotros, en el Evangelio de hoy, nos identificamos siempre con el hijo pródigo y desagradecido, en lo mal que nos portamos con Dios, Padre Bueno y Misericordioso, imitémoslo también en la forma de arrepentirnos y convertirnos, y digamos con él: "Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y contra tí". Y tengamos la seguridad de que otra vez el milagro de las debilidades de Dios se hará patente en nosotros y, en el abrazo de su amor infinito y de la fiesta por habernos encontrado, se olvidará por completo de nuestro mal comportamiento.
Propósito: Hoy procuraré repetir, cada vez que lo recuerde: "Me levantaré e iré a mi Padre".
                  ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                             Domingo. Septiembre 11 de 2016
J. RUIZ

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