martes, 26 de marzo de 2019

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA


   "...En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.Y les propuso esta parábola: el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré. Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: Paga lo que debes. Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré. Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti? Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano".
                                                  Mateo 18, 21-35
      Para que "todos seamos uno", como quiere el Padre, tenemos que perdonar y aprender a pedir perdón.- Y tener muy presente que "con la vara que midas, serás medido", para no caer en la indeseable posición del siervo que, habiendo sido perdonado por una deuda imposible de pagar, no fue capaz de perdonar la chichigüa que a él le debían. Y también ¡porque se siente tan bien cuando se logra perdonar alguna ofensa! Es que el rencor pesa en el alma y la destruye, pero, si se logra deshacer de él, sólo nos queda una paz y una tranquilidad que no tienen precio. Si queremos vivir en paz de cuerpo y de espíritu, no carguemos nuestro corazón con rencores imborrables. El amor es el remedio, el único remedio, la quimioterapia, para esos males, que son como un cáncer no sólo para el cuerpo sino también para el alma. 
Propósito: Hoy trataré de aplicar la quimio del afecto a cualquier rencor que pueda tener por ahí escondido.
                    ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                         Martes. Marzo 26 de 2019

J. RUIZ 

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