martes, 5 de febrero de 2019

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA


   "...En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva. Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré. Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: ¿Quién me ha tocado los vestidos? Sus discípulos le contestaron: Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ¿Quién me ha tocado? Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad. Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos y le dice: Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro? Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: No temas; solamente ten fe. Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida. Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: Talitá kum, que quiere decir: Muchacha, a ti te digo, levántate. La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer".
                                                                                       Marcos 5, 21-43
      El problema de la fe es que es un don, un regalo de Dios. Y nosotros no somos dignos.- Así que lo único que podemos hacer para obtenerla es declarar humildemente nuestra indignidad y pedir al Señor que, por su infinita misericordia, se compadezca de nosotros y nos la conceda. Sólo así podremos alcanzarla, porque es algo tan grande y poderoso, que nuestros pequeños logros no bastan para obtenerla. Pero si la pedimos creyendo en su amor de Padre, seguramente nos la concederá y podremos entonces pedirle lo que queramos que, si es lo mejor para nosotros, para nuestra vida espiritual y para su gloria, nos lo concederá. Y veremos maravillas y nuestra vida será plena.
Propósito: Hoy repetiré mi oración: "Señor, aumenta mi fe y ayuda a mi incredulidad".
                     ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                          Martes. Febrero 5 de 2019
J. RUIZ 

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