sábado, 21 de noviembre de 2015

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

 
 
¡Jesús vive! ¡Dios está vivo!   "...En aquel tiempo se acercaron a Jesús algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, y le preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; y la tomó el segundo, luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. Finalmente, también murió la mujer. Esta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer. Jesús les dijo: Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven. Algunos de los escribas le dijeron: Maestro, has hablado bien. Ya no se atrevían a preguntarle nada".
                                                                              Lucas 20, 27-40
       Si no creemos que Jesús resucitó y que es Dios y que está vivo, ¿qué objeto tendría el aceptar pasar tantos trabajos y vicisitudes, como las que hay pasar en esta vida, si queremos ser personas de bien, que creen en el amor y en la dignidad de la persona humana? Mejor dedicarnos a pasar de buena-vida, que es lo que el mundo nos facilita, comiendo, bebiendo, dando gusto a los sentidos, sin que nos importe para nada el bienestar de los demás. Pero siempre, allá en nuestro corazón, quedará un espacio que no se satisface: es la vida espiritual de la que no podemos deshacernos y que con esta clase de vida se está debilitando. Sin embargo le quedan alientos para recordarnos que la vida no termina aquí. Esto es sólo una escala en la eternidad que ahora comienza y en la que las cosas serán distintas: no existirá la muerte, no nos casaremos y seremos como ángeles. Pensemos, entonces, si vale o no la pena el tratar de vivir de acuerdo a las normas evangélicas para que "alcancemos a ser dignos de tener parte en aquel mundo".
Propósito: Hoy seré consciente de que Dios es Dios de vivos, y de que si lo estamos, es por su gracia y misericordia.
                ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                 Sábado. Noviembre 21 de 2015
J. RUIZ

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