No puede haber discípulos de Jesús, sin cruz "...En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; Él se volvió y les dijo: Si alguno viene donde mí y no pospone a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: Este comenzó a edificar y no pudo terminar. O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10 mil puede salir al paso del que viene contra él con 20 mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pes, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío".
Y sin colocarlo a Él en el primer lugar. "Antes, incluso, de uno mismo, de su mujer y de sus hijos". Pero este amor preferencial por Él no es excluyente. Al contrario, incluye a todos los demás; los integra en un amor más completo y potenciado por la fuerza y el poder del Espíritu que lo anima. Si amamos a Dios, con toda seguridad amaremos más y mejor a los demás: a nuestra pareja, a nuestros padres, a nuestros hijos, a nuestros conocidos y vecinos y a aquellos por quienes Él tuvo especial preferencia: los pobres y los excluídos de la sociedad. Y, si tomamos nuestra cruz de cada día, con amor, ésta se nos hará más ligera y llevadera, porque el amor todo lo hace fácil y para él no hay nada imposible. Y para Dios, tampoco.
Propósito: Hoy recordaré que mi cruz es de cada día, no de cada ocho día, ni de vez en cuando, y que es por amor, no por obligación.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
J. RUIZ
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