viernes, 3 de abril de 2015

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

Muerte y desolación   "...Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos. Pero también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas. Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: ¿A quién buscáis? Le contestaron: A Jesús el Nazareno. Díceles: Yo soy. Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó de nuevo: ¿A quién buscáis? Le contestaron: A Jesús el Nazareno. Respondió Jesús: Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos. Así se cumpliría lo que había dicho: De los que me has dado, no he perdido a ninguno. Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro:Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber? Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suero de Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año. Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo. Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha portera dice a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre? Dice él: No lo soy. Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose. El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina..."
                                                                                            Juan 18, 1-19, 42
       Nunca fue Jesús más hombre que cuando, colgado del madero de la cruz, se sintió abandonado. Y tampoco fue nunca más Dios que cuando, desde allí, encomendó su espíritu generoso completamente realizado en el proyecto del Padre para salvar, de una vez y para siempre, a la humanidad. Tomemos conciencia de la grandeza y del misterio que estos hechos que conmemoramos significan. Y, aunque no los comprendamos plenamente por la limitación de nuestras mentes, sí entendamos que todo fue por el amor  supremo de Dios por nosotros. Y, en consecuencia, no nos queda más que vivir en perpetua adoración y alabanza de agradecimiento, procurando proclamar y replicar esos gestos del Maestro, reconociéndolo entre los rostros cansados y más necesitados de entre los hermanos.
Propósito: Hoy seguiré meditando en la grandeza del Amor que conmemoran estas fechas.
                   ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                          Viernes. Abril 3 de 2015
J. RUIZ

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