martes, 4 de febrero de 2014

UN TIEMPITO PARA DIOS Y SU PALABRA

Curación de enfermos por su fe
Curación de enfermos por su fe
   "...Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva. Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré. Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: ¿Quién me ha tocado los vestidos? Sus discípulos le contestaron: Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ¿Quién me ha tocado? Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. El le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad. Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro? Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: No temas; solamente ten fe. Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida. Y se burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: Talitá, kum, Muchacha, a ti te digo, levántate. La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer".
                                  Marcos 5, 21-43
       La fe no es cuestión de intelectualidad, de razonamiento, sino de confianza absoluta en aquella persona a quien se ama porque se la conoce bien y sabemos de lo que es capaz. Como la que tenían aquellos personajes del Evangelio de hoy: el jefe de la sinagoga y la mujer que padecía una hemorragia. Ninguno de los dos se pregunta si Jesús puede solucionar sus problemas, ni cómo lo hará, ni porqué. Sólo "saben" que es capaz de hacerlo y que quiere hacerlo porque es Bueno. Y esa fe, ese "saber", no lo han adquirido en ninguna parte: es un don, es un regalo que el Padre se ha dignado colocar en su corazón y que ellos han sabido aprovechar.
Propósito: Hoy mi oración será: ¡Señor, aumenta mi fe y ayuda a mi incredulidad!
                        ¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
                                                                         Martes. Febrero 4 de 2014
J. RUIZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario