miércoles, 22 de enero de 2014

PROFETA Y MÁRTIR DE LA LIBERACIÓN




MONSEÑOR GERARDO VALENCIA CANO


34 AÑOS DE RESURRECCION Y PROFECIA -MONS. GERARDO VALENCIA CANO MXY- DESDE LA ALDEA GLOBAL EL ÁFRICA CENTRAL: CAMEROUN


“Obispo de Buenaventura-Colombia, profeta y mártir de la liberación de los pobres’’, así dice la agenda latinoamericana y mundial en el día 21 de Enero.

Recuerdo muy bien con ocasión de los 20 años de muerte y resurrección de Gerardo, yo trabajaba en Buenaventura, era el año 1990 y era un joven misionero lleno de fuerza y de alegría, ahora también, pero me refiero a ese momento, al llegar al puerto de Buenaventura y trabajar por los ríos de la parroquia el Carmen en el barrio Pueblo Nuevo, llevar río adentro la alegría del evangelio, visitar los caseríos mar adentro de Papayal, Mayorquí, Punta de Soldado, san José de Anchicaya, Canoas ,etc. Y entrar en contacto con los barrios de Muro Yusti, Viento Libre, san José, etc. En este contacto con mi pueblo y mi gente fui escuchando el amor que le tienen al Hermano Mayor, fui testigo que a pesar de haber pasado 20 años de su muerte las personas que lo conocieron y los jóvenes que habían escuchado hablar de este obispo, amigos de los pobres por su testimonio y compromiso, comenzó en mi una inquietud fuerte por revivir este espíritu presente en el este bello puerto, yo había reflexionado la vida de Gerardo en el noviciado, recuerdo muy bien a mi maestro de novicios que dijo este es el mejor hijo de Monseñor Builes. Si recuerdo muy bien, ya en Buenaventura me toco organizar el evento de los 20 años con un equipo de laicos que conocieron y aman a Gerardo. Fue maravilloso realizar este acto que por cierto conté con el apoyo incondicional de Guillermo López Por ello quiero hoy escribir estas letras en homenaje a este hombre que sigue siendo ejemplo para las generaciones que soñamos con otro mundo ,con otra iglesia, que si es posible vivir el evangelio hoy día, aunque los dueños del poder digan que no, que solo el consumo vale, y es peligroso porque quieren hoy día hacer consumir religión, y quien consume religión vive alienado, drogado y castrado.

Pienso que nuestra comunidad no debe olvidar los ancestros, y GERARDO será siempre el ancestro que une y que inspira hoy una nueva visión holística en la actual coyuntura religiosa y mundial.

El Hermano Gerardo nos dejo una praxis del evangelio, una praxis y un tipo de lucha por la defensa de los Derechos Humanos, sociales y multiculturales de todos los pueblos. Su forma de cuestionar y denunciar un sistema depredador y violento impuesto por el Norte es un impulso permanente para seguir nuestra lucha universal y pluralista que apunta a una nueva utopía, a un horizonte al que queremos llegar algún día. Por eso Gerardo Valencia nos motiva a creer que la vida merece ser vivida. Gerardo nos dejo como herencia la indignación ética. Una indignación que no brota de una circunstancia o una ideología particular, sino que la percibimos y sentimos por el hecho de ser humanos. Una indignación tan irresistible que no deja comprender como puede ser que otras personas no la sientan con la misma intensidad. Es una indignación que surge de una conciencia generalizada de la injusticia dominante, y no deja indiferente a quien decide andar este camino revolucionario, que parte de la compasión, del padecer con los que sufren estas injusticias, y de apasionarse por construir un mundo nuevo, como se apasiono Valencia Cano.

Esta indignación y esta pasión por reconocerse parte de un universo interrelacionado y complementario genera alternativas sociales, políticas y culturales que abrigan la esperanza contra toda desesperanza. Experiencias que como Gerardo sintió, hoy miles de personas y organizaciones en el mundo entero se manifiestan para decir que:

“LA DIGNIDAD EXIGE QUE SEAMOS NOSOTROS MISMOS, MAS LA DIGNIDAD NO ES SOLAMENTE QUE SEAMOS NOSOTROS MISMOS. PARA QUE HAYA DIGNIDAD, ES NECESARIO EL OTRO, Y EL OTRO SOLO ES OTRO EN RELACIÓN CON NOSOTROS. UNA MIRADA PARA NOSOTROS MISMOS QUE TAMBIEN SE DIRIGE A OTRO, MIRANDOSE Y MIRANDONOS ’’.

La dignidad es entonces reconocimiento y respeto. Reconocimiento de lo que somos y respeto a esto que somos. También, reconocimiento de lo que es el otro y respeto a lo que él es. La dignidad, entonces, es puente y mirada y reconocimiento y respeto. Entonces, la dignidad es hoy y mañana. Mas el mañana no puede ser sino es para todos, para lo que somos nosotros y para lo que son los otros. La dignidad es una casa que nos incluye e incluye al otro. Por eso desde esta cultura Mafa, en el extremo norte del Cameroun, y releyendo a Gerardo en esta cultura decimos: Un mundo que tenga lugar para otros mundos, la dignidad entonces está por ser; dignidad es luchar por un mundo donde quepan otros mundos. Entonces, la dignidad que Jesús de Nazareth quiso esta por construir, es un camino a recorrer, la dignidad comienza hoy. Yo he venido para que tengan vida y vida con dignidad. Jn 10-10.

Animo hermanos hoy más que nunca el pensamiento Gerardista tiene vigencia. Es la hora de construir las relaciones de fraternidad, de sororidad. Sigamos conociendo la realidad, no hundamos la cabeza en la alienación del consumo.

Quiero sugerir que en un CD, se ponga todos los libros de Gerardo Valencia y se organice un espacio en la página Web de nuestro instituto, para seguir reflexionando sus meditaciones en la actual coyuntura mundial. Rescatemos nuestros ancestros no los dejemos en el olvido, el mal de la modernidad es que nos obliga a olvidar nuestras raíces y nosotros no podemos caer en este juego del sistema neoliberal en que hoy vivimos, apostémosle a seguir siendo tercos en valorar a nuestros ancestros.

Finalmente ha llegado la hora de volver a caminar y a practicar la armonía del valor de nuestros ancestros. Ellos son nuestras raíces-troncos y nos instruyen con su palabra escrita y hablada, sobre el pasado, nos dan pistas para interpretar nuestra realidad actual, y nos guían en la construcción del Reino de Dios. Nuestros ancestros y nuestros ancianos son el valor de nuestro Imey, de nuestras comunidades, ellos nos ligan a nuestro pasado. Son nuestro ejemplo para actualizar nuestra identidad y proyectarnos al futuro. Que san Gerardo Valencia de los Andes nos ayude en este caminar.

Un abrazo a todos los javieres y amigos-as de la Aldea Global. Vicente Aníbal Peña toda la fraternidad del Cameroun. Amba Kumba



Desde la Aldea Global del Camerún



NOTA BIOGRÁFICA : GERARDO VALENCIA CANO

El 21 de enero de 1972 la noticia recorrió rápidamente el país: un avión de la compañía aérea Satena, que volaba entre Medellín y Quibdó con 35 personas a bordo, se estrelló en uno de los cerros limítrofes entre Antioquia y Chocó, pereciendo todos sus ocupantes. Entre ellos estaba Monseñor Gerardo Valencia Cano, Vicario Apostólico de Buenaventura.
Versiones contradictorias comenzaron a circular, que dejaban profundas dudas sobre el origen de la tragedia. El gobierno impidió a técnicos extranjeros acercarse a investigar el hecho y, luego de que helicópteros oficiales sobrevolaron la zona, la declaró “inaccesible” y la hizo bendecir desde el aire como camposanto.

Un sacerdote y un grupo de campesinos se encargaron de desmentir los conceptos oficiales, pues escalaron a pie la montaña y rescataron el cadáver del Obispo, obligando al gobierno a rescatar luego los demás cuerpos.

Todos los indicios apuntaban a pensar, más bien, en un “atentado”, lo que no pudo esclarecerse, ni podrá, quizás, esclarecerse jamás.

Los titulares de todos los periódicos registraron la muerte del “Obispo rojo”, del “Obispo rebelde” o del “Obispo revolucionario”.

Nacido en la población de Santo Domingo (Antioquia) el 26 de agosto de 1917, en una familia modesta que conoció la pobreza y el sufrimiento, se ordenó como sacerdote misionero en el Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, el 29 de noviembre de 1942.
En 1949 fue nombrado Prefecto Apostólico del Vaupés, donde ejerció por más de tres años. El 24 de mayo de 1953 fue consagrado como el Vicario Apostólico de Buenaventura, donde ejerció su ministerio episcopal hasta su muerte. Entre 1956 y 1959 actuó también como Superior General de los Misioneros Javerianos de Yarumal.

Monseñor Valencia fue un hombre de una profunda espiritualidad y de una gran austeridad de vida. Ya desde antes del cambio profundo que marcó su vida después del Concilio Vaticano II, se caracterizaba por su poca afición a usar los arreos episcopales y por su cierta repugnancia a los protocolos y a los títulos.

Su participación en el Concilio lo confirmó en una gran libertad de espíritu y en un compromiso radical con los pobres y con la justicia. Su predicación se fue llenando de un verdadero radicalismo evangélico que lo convirtió rápidamente en un profeta, y por [49] lo tanto, -como todo profeta- en un personaje controvertido, atacado y perseguido.

Su impresionante testimonio de pobreza, de despojo, de desarraigo y de libertad espiritual, le daban una fuerza y un impacto especial a sus palabras, a sus denuncias, a sus mensajes.

En su Diócesis de Buenaventura acogió a muchas religiosas, sacerdotes y laicos inquietos y respetó profundamente sus búsquedas. En diciembre de 1968 se convirtió en anfitrión del Segundo Encuentro del Grupo Sacerdotal Golconda, cuyo controvertido Manifiesto suscribió y defendió públicamente.

Como todo profeta auténtico, su vida y sus mensajes se volvieron incómodos para todos los poderes. Cuando en 1969 viajó a Medellín a participar en una “toma simbólica de la Universidad de Antioquia para el pueblo”, en compañía de varios sacerdotes del grupo Golconda, fue obligado, en el mismo aeropuerto, por autoridades eclesiásticas y militares, a regresarse, en momentos en que los otros sacerdotes eran encarcelados.

Los últimos meses de su vida los vivió bajo profundos sufrimientos morales que se reflejan en su Diario íntimo. Se rumoraba su inminente destitución por parte del Vaticano. Se rumoraban también otras medidas drásticas que serían adoptadas por en Instituto de Misiones, como la de retirarle a todos los misioneros del Vicariato, o por el Episcopado, como exigir la presencia de un visitador del Vaticano.

Las últimas páginas de su Diario dejan traslucir las angustias propias de los profetas, acosados por todo tipo de apremios para que renuncien a sus mensajes, pero acosados también por una voz interior, más fuerte que ellos mismos, que les revela, en el origen de sus impulsos, la presencia ineludible del Espíritu del Señor como un fuego ardiente que quema en lo más íntimo y al cual no se puede ser infiel.

Gerardo Valencia Cano fue, ante todo, un Testigo de Evangelio. La radicalidad de su testimonio le trajo persecuciones y sufrimientos que desembocaron en el misterio de su muerte violenta.

Bajado por: J. RUIZ



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