viernes, 21 de diciembre de 2012

TIEMPO DE ADVIENTO



 TIEMPO DE NAVIDAD

Tiempo de Adviento, tiempo de Navidad, tiempo de Esperanza, tiempo de Alegría. Estamos alegres porque lo que esperamos es una Buena Noticia: la llegada de nuestro Salvador a redimir, a pagar, a cancelar la cuenta que tenemos pendiente con el Creador.

Ya Juan, el Bautizador, el hombre más grande entre los nacidos de mujer, según el mismo Jesús, nos explicó, desde hace más de dos mil años, cómo debemos esperarlo. Cuando andaba por Galilea gritando como "voz en el desierto: preparen el camino al Señor, enderecen sus senderos", a quienes le preguntaron "¿Qué debemos hacer?", les respondió: "El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; otro tanto el que tenga comida".

Servir y compartir. Cosas que sólo hacemos por amor y  por amor a quien a todos sirve, y a quien todo lo compartió, hasta su vida, por nosotros. Pero para amar, primero tenemos que conocer a quién vamos a amar. Osea que, para amar a Dios, quien nos amó primero, debemos conocerlo. Y esto sólo vamos a conseguirlo si leemos, escuchamos, acogemos y vivimos su Palabra con el corazón totalmente abierto para dejarla actuar en nosotros.

Y si lo logramos, las ganancias son tan grandes, los beneficios tan inconmensurables, que no comprendo cómo es que no vivimos pendientes de ello. "Pero a los que la recibieron (su Palabra), a los que creen en ella, los hizo capaces de ser hijos de Dios". (Juan 1, 12).

Nade menos que "capaces de ser hijos de Dios". Hijos de quien todo lo puede, de quien todo lo tiene y de quien todo nos lo da. Es algo tan grande y nosotros tan insignificantes, que nos sobrepasa. Es como aquello de que "el bosque es tan grande y tan espeso, que no nos deja ver los árboles".

Recordemos, entonces, de quién es la fiesta, a quién es que esperamos. No nos dejemos enredar por los abrazos, por las felicitaciones, por las carreras, por las compras, por las comidas especiales, cosas todas para satisfacernos a nosotros mismos. Recordemos que esperamos a Jesús, a Dios hecho hombre por amor al hombre, y no olvidemos las instrucciones de Juan para recibirlo como se merece:
                                             
                                                   AMAR Y COMPARTIR

J. RUIZ

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