Marcos 12, 35 - 37
Jesús era un Maestro, era El Maestro. Por eso "la muchedumbre le oía con agrado". Él sabía cómo llegarles: con suavidad, con amor, con misericordia y compasión, porque era "manso y humilde de corazón". Así debemos procurar nosotros llegar a los demás: sin arrogancias, sin prepotencias; con humildad, sin creernos más que nadie, pero tampoco menos que ninguno. Y, sobre todo, no sólo con palabras, sino principalmente, con nuestro ejemplo de vida, como hacía Jesús. En eso consiste el "agrado" que debemos despertar en los otros: en que vean nuestra coherencia en lo que decimos con lo que hacemos y vivimos.
Propósito: Hoy rogaré al Señor me ayude a imitarlo siendo agradable a los demás, para mayor gloria suya.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
J. RUIZ
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