Como la entrada es estrecha y angosto el camino, talvez no podamos verla cuando vamos cargados con exceso de equipaje. Es por eso que, antes de emprender el camino debemos desprendernos de todo lo que nos sobre: bienes materiales, afectos distractores, comodidades y facilismos que apenas nos suavizan el viaje. Todas estas cosas nos enredan y no dejan que podamos pasar por la puerta estrecha que es la que, por un camino angosto, de subida y con una cruz en la cima, nos conduce a la meta verdadera: la casa del Padre. Paguemos el precio, pues sabemos que lo que más nos cuesta, es lo que mayor valor tiene para nosotros. Ir por la vía angosta es saber perdonar y no juzgar a los demás; es compartir lo que tenemos, mucho o poco, con el que no tiene nada; es acoger y servir a quien, de alguna manera, lo necesite, reconociendo en él la presencia liberadora de Jesús.
Propósito: Hoy trataré de ser acogedor con quien se cruce en mi camino.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
J. RUIZ
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