La Iglesia celebra hoy la fiesta de los dos pilares sobre los que Jesús la dejó apoyada: Pedro y Pablo. Ninguno de los dos, al comienzo de su relación con Jesús, parecían ser la gran cosa. El uno era un rudo y, seguramente, no muy instruido pescador que vivía dedicado a sus labores, sin mayores expectativas, en un pueblecito perdido en las orillas del mar de Galilea. Y Pablo, que sí era un fariseo instruido de acuerdo a los conocimientos de la época, ya sabemos que era un enemigo acérrimo, declarado y perseguidor de los que seguían al Maestro. Sin embargo, cuando sintieron la llamada de Jesús, supieron responder con prontitud y sin condiciones. Luego, por eso mismo, se dio la confianza entre ellos, que llevó a la amistad que se hizo incondicional en el respeto y la fraternidad. El Maestro supo encauzar las grandes virtudes, que en ellos encontró, hacia el Reino que Él proclamaba haber venido a traer a la tierra, hasta hacer de Pablo su gran Misionero y a Pedro, el gran responsable del Reino, de cuyas puertas le entregó las llaves. Admiremos a estos grandes hombres y tratemos de imitar alguna de sus excelsas virtudes para lograr, como ellos, ser llamados a participar en el establecimiento del Reino de Dios sobre la tierra.
Propósito: Hoy leeré algo acerca de Pedro y Pablo, para conocer un poco mejor sus ejemplos y tenerlos como modelos de vida a intentar seguir.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
J. RUIZ
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