Lucas 11, 1-4
La oración no es una fórmula mágica, no es un "abra cadabra", ni un "ábrete sésamo", para acceder de manera sobrenatural a la intimidad de nuestro Señor. No. Como Jesús nos lo enseña hoy, es, simplemente, acercarse al Padre y, con sinceridad y confianza, decirle: Papá. ¿Qué padre no se vuelve, con los oídos, los ojos y el corazón dispuestos, cuando escucha la voz de su hijo que le dice: papá? La clave está en que ese llamado nuestro, esa invocación, salga del fondo de nuestro corazón con amor, sinceridad y confianza. Y que seamos verdaderos "hermanos" para nuestros semejantes, pues, si no somos "hermanos" nos va a quedar difícil ser "hijos". Que sí sea verdad cuando decimos: "Perdónanos porque también nosotros perdonamos". Así hemos de orar. Y Jesús, que es el Camino, lo hacía a mañana y tarde, y cada que iba a emprender alguna acción de cierta importancia. ¿Será que nosotros somos capaces de hacerlo al levantarnos, al acostarnos, al comer y al dormir, como nos lo enseñaron nuestras madres?
Propósito: Hoy, y en adelante, procuraré orar al Padre al iniciar cualquier actividad.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLANMO !
J. RUIZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario