La contemplación, es decir, la comunicación con Dios, y la disposición sin condiciones para servir a los demás, no están en contradicción: son complementarias y esenciales ambas en nuestra vida espiritual cristiana. En la comunión íntima con el Padre se forja y fortalece el deseo y la disposición de servir a todo aquel que lo necesite, hasta donde nuestras capacidades y posibilidades lo permitan. Y el ejemplo de Aquel que, siendo Dios, se abajó hasta hacerse igual a nosotros, menos en nuestra proclividad al pecado, y hasta a inclinarse a lavar nuestros pies de peregrinos para librarlos del polvo inclemente de todos los caminos, ha de animarnos siempre a "orar y trabajar", como Él lo hacía.
Propósito: Hoy trataré de recordar y repetir para mí mismo: "orar y trabajar".
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
J. RUIZ
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