Mateo 11, 28-30
Estamos cansados porque somos débiles. No tenemos la fuerza suficiente para cargar con nuestras debilidades. Pero hay Alguien que se pasa la vida ayudando al que lo necesita. Solamente tenemos que reconocerlo así: aceptar nuestra debilidad y, al mismo tiempo, aceptar el yugo suave y ligero de Aquel que todo lo puede. Ese yugo es la misericordia permanente para con el otro, el prójimo, el necesitado. Si lo hacemos, veremos qué gran alivio sentiremos y cómo se nos harán de fáciles las cosas.
Propósito: Hoy reconoceré mi debilidad y aceptaré la necesidad que tengo de ayudar a los demás. Así mis propias cargas se harán livianas.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Jueves. Julio 14 de 2016
J. RUIZ
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