La ceguera física es el mayor símbolo que pueda existir de amenaza, limitación y riesgo: las tinieblas que nos rodean están llenas de peligros para nuestra integridad; también nos limitan al máximo en nuestros movimientos y accionar; y cualquier movimiento es un riesgo inminente de alguna desgracia. Es, la ceguera, como el símbolo perfecto de lo que somos: seres inútiles, limitados y amenazados permanentemente por las tinieblas del mal que nos rodea. Y para salir de esta situación sólo, tenemos que tener el coraje de reconocerlo así, no dejarnos amedrentar por los del círculo de privilegiados que tratan, talvez con buena voluntad, de acallarnos y de impedirnos llegar hasta la fuente viva de la sanación definitiva, y gritar, sin hacer caso al "qué dirán", haciendo alboroto, "haciendo lío", como dice nuestro gran Francisco: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!"
Propósito: Hoy reconoceré, sincera y humildemente, que no soy más que un ciego espiritual que quiere gritar: " ¡Señor, que vea!".
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
J. RUIZ
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