Lucas 8, 4-15
El tiempo de la siembra siempre es, para el campesino,un tiempo de riesgos y esperanzas.- Intensos trabajos: preparar el terreno, limpiarlo, ararlo, arriesgar la semilla con la que podría solucionar muchos días de alimento, abonar y cuidar las nuevas plantas, y todo esto sin tener la certeza de que habrá una buena cosecha, pues son tantos los factores que podrían estropearla. Talvez no caiga en parte abonada y húmeda sino sobre pedregales que no la dejen germinar; talvez caiga al borde del camino y los caminantes la pisen y se dañe, o las aves la coman antes de que pueda germinar; o quizá caiga entre malezas que la ahoguen y no la dejen crecer y desarrollarse. Y Jesús compara esta situación con la siembra de la semilla que sería su Palabra, la Buena Semilla, en busca de buena tierra, que serían nuestros corazones. Pero, como en el campo, puede haber muchos corazones convertidos en eriales desérticos que no tendrán la humedad necesaria para que germine; habrá muchas preocupaciones y correndillas que ahogarán la planta en crecimiento hasta ahogarla e impedir que fructifique. Pero de pronto también habrá corazones tierra-buena que absorberán la Palabra y la sacarán adelante con la oración como abono, hasta hacerla frutecer y rendir al ciento por uno. Que nuestros corazones sean esa tierra fértil siempre bien dispuesta a rendir al máximo, debe ser nuestro deseo y nuestra lucha.
Propósito: Hoy trataré de sacar mis arideces y abonarlas y regarlas lo mejor posible, para que se vuelvan tierra fértil y dé buen rendimiento para la Palabra, semilla de vida eterna.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Sábado. Septiembre 23 de 2017
J. RUIZ
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