Lucas 9, 43-45
Los discípulos estaban tan asustados que no entendían ni se atrevían a preguntar. ¿Y cómo no iban a estar asustados? Estaban comenzando a formar un grupo, una comunidad, siguiendo a un líder con las ideas más raras y en contravía con las normas existentes, y de pronto Él les dice que va a ser entregado y que tendrá que sufrir mucho. Pensarían: "¿Cómo así? ¿Y entonces nosotros qué?" Talvez recordarían cuando Él les decía que el discípulo no puede ser mayor que su Maestro, y se dirían: "¿También tenemos que entregarnos y sufrir?" Con razón no entendían ni se atrevían a preguntar. Es que la cruz asusta. ¡Si hasta Jesús tuvo miedo! ¡Si hasta Él, como los discípulos, quiso que el Padre apartara de sí ese cáliz!..."Pero no se haga mi voluntad sino la tuya". No pidamos al Señor que aparte de nosotros los sufrimientos de cada día, sino que nos dé su fuerza para soportarlos y perseverar hasta el final, hasta la Resurrección. No lo olvidemos: no hay Resurrección sin Cruz.
Propósito: Hoy seré consciente de que mis pequeños sufrimientos cotidianos pueden ser la cruz que me lleve a mi resurrección.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Sábado. Septiembre 24 de 2016
J. RUIZ
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